sábado, 30 de agosto de 2014

TEMA 10 LA SEGUNDA REPÚBLICA


1. INTRODUCCIÓN 
2.- LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1931.
2.1. El Gobierno Provisional.
2.2. La Constitución de 1.931
3.- EL BIENIO PROGRESISTA (14 ABRIL 1931-19 NOVIEMBRE 1933)
         3.1. La obra reformista
         3.2. La reorganización de las derechas.
         3.3. Obrerismo y conflictividad social.
4- EL BIENIO CONSERVADOR (NOVIEMBRE 1933-FEBRERO 1936)
4.1. - El Gobierno Radical (los inicios) 1933-1934.
4.2. - La revolución de Octubre de 1934.
4.3. - El final del Bienio derechista (1934-1936).
5.-LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR
                    
6.-CONCLUSIONES
__________________________________________________________
1.- INTRODUCCIÓN
    
El 14-IV-1931 se proclama sin ningún trauma revolucionario la II República, que, agotada la monarquía por la falta de apoyos institucionales y sociales, se ofrece como única alternativa para solucionar los problemas de toda índole que se habían arrastrado durante el reinado de Alfonso XIII.

 



La Segunda República es uno de los momentos clave de la historia
contemporánea española. El proyecto de democratización y modernización que se abre en 1931, y que tantas esperanzas despertó en amplias capas de la población española, concluyó con una cruenta guerra civil.

La II República coincide en el tiempo con las repercusiones internacionales del crack de Wall Street de 1929 y con el retroceso democrático derivado de la subida al poder de fuerzas nacionalistas de carácter autoritario en Alemania e Italia.



2.- LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1931

 Tras la dimisión de Primo de Rivera  en  enero de 1930, el nuevo gobierno presidido por el general Berenguer,  pretendió la vuelta a la normalidad constitucional. Pero, buena parte de la opinión pública cuestionaba a la Monarquía por el papel que el Rey había tenido durante la dictadura. Los republicanos, pese a su fraccionamiento, aparecían, junto con los socialistas, como la única fuerza realmente renovadora. En el Pacto de San Sebastián
(agosto 1930) republicanos, socialistas y catalanistas de izquierdas se pusieron de acuerdo para exigir la apertura de un proceso constituyente para instaurar un régimen republicano y reconocían el derecho de Cataluña a un estatuto de autonomía. Ante la negativa de Berenguer de conceder estas peticiones, los republicanos recurren a las conspiraciones: insurrección de Jaca y  ocupación del aeródromo de Cuatro Vientos, ambas en diciembre de 1930.

El nuevo gobierno presidido por el almirante Aznar (Febrero 1931) aceptó convocar elecciones  municipales para abril de 1931, las primeras en 8 años, y por ello tendrían carácter de  plebiscito sobre el régimen monárquico

Las elecciones municipales celebradas el 12 de abril habían supuesto un giro en la situación política. El voto urbano, significaba un rotundo rechazo de la Monarquía. Aunque en las primeras horas parecía que el Gobierno encajaría el golpe a partir de la tarde del día siguiente, 13 de abril, los acontecimientos se precipitaron. Las calles de las principales ciudades se llenaban de manifestantes; mientras el Comité Revolucionario permanecía a la expectativa en el Gobierno ya se habían producido las primeras reacciones: Berenguer, Ministro de la Guerra, ordenaba a los Gobernadores Militares, aceptar el resultado de las elecciones y Romanones convencía a sus colegas de que la caída de la Monarquía era irreversible.

A las siete de la mañana del 14 de abril, la República era proclamada en Eibar (Guipúzcoa). En las horas siguientes, la población comenzó a salir a las calles, y la República fue proclamándose en otras ciudades. También a primera hora de la mañana Romanones recomendó al Rey la salida del país. Al atardecer, cuando ya Lluis Companys había proclamado la República en Barcelona, los miembros del Comité llegaron a la Puerta del Sol, donde tomaron posesión del Gobierno del país y proclamaron la República. Alfonso XIII partió hacia Cartagena, donde embarcó rumbo a Marsella.

2.1.  EL GOBIERNO PROVISIONAL.

El 14 de abril de 1931, constituido el Comité Revolucionario en Gobierno Provisional, se proclama la II República, en medio de grandes manifestaciones populares de adhesión.

         La composición del Ejecutivo responde a la unión de fuerzas políticas del Pacto de San Sebastián. Es un Gobierno de concentración republicana con la presidencia de Niceto Alcalá Zamora (Derecha liberal Republicana) e integrado por Fernando de los Ríos (PSOE), Justicia; Alejandro Lerroux (Partido Republicano Radical), Estado; Manuel Azaña (Acción Republicana), Guerra; Francisco Largo Caballero (PSOE), Trabajo; Marcelino Domingo (Partido Republicano Radical-Socialista), Instrucción Pública; e Indalecio Prieto (PSOE), Hacienda. Fuera de la coalición quedaban la derecha monárquica, los nacionalistas vascos y el obrerismo más radical (comunistas y anarquistas).



No era un gobierno revolucionario; la mayoría eran hombres de clase media conscientes de la necesidad de modernizar el país, pero partidarios de hacerlo por vía democrática y legal.

El Gobierno Provisional era consciente de:

a) Que para conocer el respaldo real pueblo a cada una de las fuerzas políticas era necesario  convocar
Elecciones Constituyentes.
b) Que la presión social  demandaba soluciones inmediatas a los problemas, que eran, además,
estructurales e históricos, y generados durante siglos (el religioso, el de la propiedad agraria y el regional).

Siguiendo lo acordado en el Pacto de San Sebastián, el Gobierno Provisional convocó Elecciones a Cortes Constituyentes para el día 28 de junio. Paralelamente emprendió con premura reformas cuyo inicio no podía esperar al debate constitucional. Una serie de Decretos Ministeriales pusieron en marcha un proyecto de reforma agraria, la reforma del ejército y el inicio de negociaciones con catalanes y vascos para pactar una solución
autonómica.

La nueva República tuvo que enfrentarse pronto a una serie de conflictos sociales (huelgas en Sevilla, Asturias, Barcelona...), a la creciente animadversión de empresarios y propietarios agrícolas y a la oposición de parte de la jerarquía católica.


2.2. LA CONSTITUCIÓN DE 1931.

En junio de 1931, tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes en un ambiente de relativa tranquilidad. Las urnas dieron una clara mayoría a la coalición republicano-socialista. La nueva Constitución, aprobada en diciembre de 1931, reflejó las ideas de esta mayoría.

Abiertas las Cortes en julio de 1931 bajo la presidencia del socialista Julián Besteiro, se encomendó la elaboración de una nueva constitución  una Comisión Constitucional de las Cortes compuesta por representantes de todos los grupos parlamentarios. 

En los debates en el plenario se generaron encendidas discusiones. Quizás la más importante y virulenta de todas fue la relativa a la cuestión de libertad religiosa que, al no ser aceptada por las fuerzas conservadoras, provocó la retirada de las mismas del debate constituyente e incluso la dimisión del Presidente Alcalá Zamora, un hombre de profundas convicciones religiosas.

Así, con la ausencia de los diputados de la derecha más conservadora –89 en total –, con 368 votos a favor y ninguno en contra, la Constitución republicana fue aprobada el 9 de diciembre de 1931.

En el texto constitucional cabe destacar:

En el artículo 1º se da la definición de España como una “República democrática de trabajadores”, donde se aprecia claramente la influencia del Partido Socialista, pero que se matizó con la expresión “de toda clase”.

Otro concepto clave es el de la soberanía, de la que  se dice que todos los poderes de la República “emanan del pueblo”.

La mayor novedad consistió en la solución del problema “regional”. Así se definía a España como un “Estado integral".  La Constitución dibuja la posibilidad de que varias provincias se constituyan en región autónoma, con un sistema de competencias propias, otras compartidas con el gobierno central y otras exclusivas de éste.


La declaración de derechos es más amplia que cualquiera de las anteriores Constituciones. Se recogen también las libertades de asociación política y sindical y la mayoría de edad a los veintitrés años, tanto para los hombres como para mujeres; la República se convertía así en uno de los primeros países en reconocer el sufragio universal femenino.

En cuanto a las relaciones Iglesia Estado,  España se declara una República laica, habiendo, pues separación entre la iglesia y el estado: se suprime la retribución del clero, de disuelve la Compañía de Jesús y se secularizan los cementerios.

En la parte relativa a familia, economía y cultura se recogían los principios más modernos y democráticos. El matrimonio estará basado en la igualdad de los cónyuges y se aprobará del divorcio. La cultura aparece como función primordial del Estado, que debe extenderla a toda la población por encima de las diferencias económicas de los individuos, respetando la libertad total de los enseñantes.

Las Instituciones:

El poder principal se otorga a las Cortes, que se eligen según principios democráticos (sufragio universal directo y secreto), y que serán Unicamerales. El Presidente de la República será elegido mediante un sistema intermedio entre el sufragio universal y la designación por el Parlamento. Personifica a la nación en sus funciones representativas, nombra al Presidente del Gobierno y a los ministros a propuesta de éste.

Aparece también un Tribunal de Garantías Constitucionales, que tiene competencia para juzgar la constitucionalidad de las leyes.

Hemos de señalar otras Disposiciones generales, tales como la marcada orientación pacifista del nuevo Estado, que “renuncia a la guerra como instrumento de política nacional” y la aceptación de las normas de Derecho internacional.

Se modifican los colores de la bandera como un símbolo del deseo de profunda transformación a que aspiraba el Estado republicano.


3.- EL BIENIO PROGRESISTA O REFORMISTA (1931-1933)
Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, Manuel Azaña presidió un gobierno republicano-socialista que impulsó un programa de ampliación y profundización de las reformas iniciadas durante el período constituyente. Entre las reformas destacan:


3.1. LA OBRA REFORMISTA

A- La reforma del ejército.



El ejército español padecía una grave situación de “macrocefalia”. Esto originaba que la mayor parte del presupuesto militar fuera destinado a pagar los salarios, en detrimento de las nuevas tecnologías armamentísticas.
Azaña, impulsó una reforma que pretendía crear un ejército profesional y democrático, para lo cual adoptó las siguientes medidas:

- Exigió a los militares fidelidad a la República y al ordenamiento constitucional.
- Para reducir el problema de la “macrocefalia” ofreció el retiro a todos los jefes y oficiales que voluntariamente lo desearan, conservando íntegramente el sueldo.
- Para asegurar la eficacia de las medidas de eliminación de la macrocefalia se clausuró la Academia General Militar de Zaragoza, tachada de centro antirrepublicano,  cuyo director era el general Francisco Franco Bahamonde.
- Creación de un cuerpo armado, la Guardia de Asalto, policía de choque ciudadana de gran lealtad a la República.

La reacción fue inmediata por una parte importante del ejército, llegando algunos militares a calificar la obra de Azaña como  “campaña de trituración del ejército”. La muestra más significativa de esta actitud fue la “sanjurjada”  o levantamiento armado de Sanjurjo, ocurrido el 10 de agosto de 1932, un pronunciamiento clásico, a la usanza de los del siglo XIX.


B- El problema religioso.

Los intentos de la República para limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad española y secularizar la vida social, quedaron plasmadas en la Constitución ( separación de la Iglesia y el Estado, y su conformación como Estado laico, divorcio…).

Estas medidas  iban encaminadas a neutralizar el poder económico de la Iglesia, todavía considerable, y su influencia social a través de la enseñanza, donde se reproducían y transmitían los esquemas sociales que se trataba de superar.

La Iglesia, se mostró reacia a su separación del Estado y a admitir la legislación laica de la República sobre matrimonios,  secularización de
Quema de conventos en Málaga
cementerios, etc. Pero fue el problema de la enseñanza el que suscitó las más enconadas reacciones al suprimirse la obligatoriedad de la enseñanza de la religión y decretarse la retirada de los crucifijos de las escuelas.

Las sucesivas cartas pastorales del Cardenal Segura ponían  a los ciudadanos contra la República y denotaban una progresiva hostilidad hacia el nuevo régimen. Inmediatamente se iniciaron los incendios de iglesias y conventos en casi toda España. Ante la actitud hostil de parte de la jerarquía eclesiástica, el gobierno optó por una medida de fuerza y expulsó de España al cardenal Segura y al obispo de Vitoria.


C-La reforma agraria.

El líder ugetista Francisco Largo Caballero, Ministro de Trabajo, fue el verdadero impulsor de estas medidas de urgencia para mejorar las condiciones de los campesinos, aunque antes de abordar el problema de la tierra se tomaron medidas para mejorar las condiciones de trabajo de los asalariados, especialmente de los temporeros.

 Así pues, se adoptaron inmediatamente varias medidas legales:

a) Decreto de Términos Municipales:  se obligaba a los patronos a contratar a jornaleros del propio término municipal. Esta medida tendía a evitar la contratación de esquiroles por la patronal,  estrategia frecuentemente utilizada para romper las huelgas reivindicativas.
b) En marzo de 1932 empezó a discutirse en las Cortes el proyecto de Ley de Reforma Agraria, aprobada en septiembre del mismo año.

 Los aspectos más importantes fueron los siguientes:
-Creación del Instituto de Reforma Agraria (IRA) como el instrumento que debería impulsar el
programa de reformas.
- Expropiación sin indemnización de las tierras de los Grandes de España.
- Declarar expropiables las tierras adjudicadas al Estado, región, provincia o municipio por razón de débito, herencia o legado.

Los resultados prácticos de la Ley de Reforma Agraria fueron decepcionantes para todos, pues si bien encrespó a la derecha terrateniente, que veía amenazadas sus posesiones, tampoco contentó a los campesinos y a las organizaciones de izquierda, que se fueron radicalizando hacia posiciones extremas, siendo además mínimas las tierras expropiadas.


D-La reforma del Estado centralista. Las autonomías.

La configuración de un Estado que permitiera a las regiones con sentimientos nacionalistas tener una organización propia había quedado reconocida por la Constitución de 1931.

-En Cataluña, tras celebrarse previamente un plebiscito, el proyecto de Estatuto de Autonomía fue aprobado por las Cortes en septiembre de 1932. El plebiscito, corroboraba los resultados de las elecciones de 1931 que habían dado el triunfo a la Esquerra Republicana de Francesc Maciá. El régimen autonómico catalán contaba con un gobierno y un parlamento propios, con competencias en materia económica, social, educativa y cultural, y se reconocía la cooficialidad del catalán.

- En el País Vasco el proceso autonómico siguió un camino diferente. Aquí, el fenómeno tenía una raíz popular, más que burguesa, y rural, más que urbana. Además, el nacionalismo y el foralismo vascos presentaban vínculos muy fuertes con lo religioso.. De ahí que los nacionalistas, agrupados en torno al Partido Nacionalista Vasco (PNV), y los carlistas se reunieran en el Pacto de Estella (Navarra) en el año 1931 para acordar y redactar un anteproyecto de Estatuto de Autonomía. Este contó con la oposición del republicanismo de izquierda y de los socialistas por considerarlo en exceso confesional, escasamente democrático e incompatible con la constitución republicana, con lo cual su aprobación se retrasó. En octubre de 1936, ya iniciada la guerra, se aprobará un Estatuto, este ya con un carácter claramente democrático. José Antonio Aguirre, principal dirigente del PNV, fue elegido Lendakari.

-En Galicia, la conciencia nacionalista era menos acusada y el nacionalismo gallego distaba mucho de ser hegemónico. Así el proceso estatutario fue mucho más lento y aunque existió un proyecto de Estatuto, este  no llegó nunca a ser aprobado por las Cortes debido al estallido de la Guerra Civil.


E-Reformas sociales y educativas.

Largo Caballero propició desde el Ministerio de Trabajo una serie de reformas destinadas a mejorar las condiciones laborales. Se aprobó la Ley de Contratos de Trabajo y la de Jurados Mixtos, a los que reconocía el poder de arbitraje vinculante en caso de desacuerdo. También promovió la creación de seguros sociales y se redujo la jornada laboral de los trabajadores del campo.

Otra reforma fue la de la enseñanza, cuyo objetivo primordial era promover una educación liberal y laica, y hacer del Estado el garante del derecho a la educación extendido a toda la población. Así se crearon 10 000 nuevas escuelas de enseñanza primaria  y 7 000 nuevas plazas de maestros, y se aumentó el presupuesto de educación en un 50%.

El interés por promover el desarrollo cultural de la población, sobre todo entre los sectores sociales con menores ingresos, llevó a la creación de
las Misiones Pedagógicas, encaminadas a difundir la cultura en las zonas rurales (bibliotecas, cine, coros, conferencias....).Estas Misiones estaban formadas por profesores y estudiantes y en ellas colaboraron  intelectuales (Federico García Lorca- La Barraca-).

 Las reformas toparon con la resistencia y la oposición de los sectores más directamente afectados (Iglesia, Ejército, propietarios de tierras, organizaciones patronales....) que poco a poco fueron reorganizando la derecha monárquica, mientras los sectores más intransigentes crearon organizaciones de talante autoritario.


3.2.- LA REORGANIZACIÓN DE LAS DERECHAS.

El reformismo de Azaña, provocó una fuerte alarma entre la derecha. A finales de 1932 se creó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), el partido de la derecha católica tradicional, dirigido por José Mª Gil Robles. Al año siguiente los alfonsinos fundaron Renovación Española, partido liderado por Calvo Sotelo, que defendía abiertamente la necesidad de un golpe de Estado. Por su lado, los carlistas se agrupaban en la Comunión Tradicionalista y llegaron a un acuerdo electoral con los alfonsinos con el propósito de unir las fuerzas monárquicas.

Grupúsculos de corte nacionalsocialista y fascista crearon en 1931 las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), unidas más adelante a Falange Española, partido fundado en 1933 y dirigido por José Antonio Primo de Rivera, que destacaba por su ideología antidemocrática y la defensa a ultranza del nacionalismo español.

Algunos sectores del ejército pretendieron recoger el descontento generado entre los grupos más conservadores por la concesión de la Autonomía a Cataluña, la reforma religiosa y del ejército, así como la alarma creada por las huelgas y desordenes públicos. Haciéndose eco de este malestar, el General Sanjurjo protagonizó un golpe de Estado  (la sanjurjada) con la pretensión de forzar el viraje de la República a la derecha (agosto 1932), pero fracasó estrepitosamente. Sanjurjo es juzgado y condenado a muerte, pero el gobierno le conmuta la pena de muerte por la de reclusión perpetua.


3.3.- OBRERISMO Y CONFLICTIVIDAD SOCIAL.

 La resistencia opuesta a las reformas por parte de la patronal, por la Iglesia y otras fuerzas políticas y sociales, llevaron a una polarización o posicionamiento extremista de algunas organizaciones de izquierda, especialmente la CNT y de la UGT.

El Partido Comunista de España, empezó a arraigar en el campo extremeño y andaluz, así como en las cuencas mineras de Asturias y en las zonas mineras e industriales de Cataluña.

La polarización de la izquierda llevó inmediatamente al enfrentamiento armado, sangriento en muchas ocasiones, entre las masas obreras y campesinas y las fuerzas de orden público (Guardia Civil y Guardia de Asalto), impacientes las primeras ante lo que consideraban ineficacia o falta de decisión del Gobierno de la República a la hora de hacer
efectivas las medidas que ella misma había decretado – los terratenientes incumplían las medidas sobre laboreo forzoso y la Ley de Términos –. La posterior represión solía ser muy cruenta, como la masacre de Casas Viejas, cuya responsabilidad  política recaía plenamente en el Gobierno, lo que dejó herido de muerte al Gobierno de Azaña.

A lo largo de 1933 se fue haciendo cada vez más evidente la crisis de la coalición republicano- socialista y el desgaste del Gobierno, que fue perdiendo la confianza de una parte de las clases medias y se vio desacreditado como consecuencia de las duras medidas policiales adoptadas para controlar el orden público y mantener la legalidad vigente. En estas condiciones, Azaña dimitió y el presidente de la República disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre de 1933.


4.- EL BIENIO CONSERVADOR (Noviembre 1933-Febrero 1936)

A estas elecciones, primeras con voto femenino, la izquierda y el centro republicano acuden  divididos. La CNT, por su parte, aconseja la abstención a sus afiliados. El resultado de las elecciones generales supuso la victoria de los partidos de centro-derecha.



Los gobiernos se estructuraron alrededor de dos fuerzas políticas, el Partido Radical de Alejandro Lerroux que había virado hacia posiciones más conservadoras, y la CEDA, un partido aglutinador de la derecha y liderado por Gil Robles, con un programa que proponía la revisión de la Constitución y de la legislación social.

Durante todo el período gobernará el Partido Radical.  Los jefes de Gobierno fueron siempre radicales, y no de la CEDA, formación que había obtenido el mayor número de votos en las elecciones de 1933,  quedando su papel  reducido al apoyo parlamentario. Ello se debió a que el Presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora era consciente de la actitud de la izquierda, que amenazaba con alzarse, en armas, si se permitía que la CEDA accediera al poder pues, a pesar de ser la formación política más votada en las elecciones, su aceptación del régimen republicano era poco entusiasta.
Esta etapa se puede dividir en dos períodos: hasta octubre de 1934, de gobierno radical; y desde entonces y hasta febrero de 1936, con un gobierno radical-cedista. La revolución socialista de octubre de 1934 marca un punto de inflexión clave en el desarrollo de la II República.


4.1. - El Gobierno radical (los inicios) 1933-1934.

El 16 de diciembre Lerroux formó un Gobierno con sólo miembros de su partido. El apoyo parlamentario de la CEDA se obtuvo con la condición de rectificar de la obra legislativa del bienio anterior.

- El problema religioso se abordó con bastante moderación. Para ello se intentó dos medidas: normalizar la relación de la República con la Santa Sede con la firma de un Concordato, y dotar económicamente al clero más desfavorecido, que era el clero rural.  Ninguna de las dos se llegó a efectuar.

- El problema militar. En este apartado las reformas de Azaña no se rectifican, pues se las considera técnicamente buenas.  Pero se sitúa en la jefatura de los mandos a militares con escaso afecto al régimen republicano: Emilio Mola es nombrado Jefe militar en Marruecos, Francisco Franco es nombrado Jefe  del Estadio Mayor Central.

- El problema agrario se abordó igualmente con moderación, sin llegar a abolir la Ley de Reforma Agraria. Para irritación de las oligarquías, Lerroux confirmó los decretos sobre la intensificación de cultivos y prosiguió con el asentamiento de campesinos sin tierra, pero recortando drásticamente el presupuesto estatal destinado a este fin. También se derogó la Ley de Términos Municipales.

- El problema regional se enconó considerablemente, siendo Cataluña y el País Vasco los escenarios del enfrentamiento con el Gobierno de la República. El conflicto con el Presidente de la Generalitat, Lluis Companys, tuvo como causa la llamada cuestión de los rabassaires o cultivadores de tierras ajenas en régimen de arrendamiento. El Gobierno Central también se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar la discusión en el Parlamento del Proyecto de Estatuto impulsado por el PNV.

Las divergencias entre el Partido Radical y la CEDA no tardarían en llegar. Las bases más extremistas de la CEDA acusaban a los radicales de debilidad frente a la herencia del período azañista, que querían abolir en su mayor parte. Incluso dentro del propio Partido Radical existían posturas diversas. Como consecuencia de estas tensiones el Partido Radical se dividió en dos facciones: la liderada por Lerroux y la de Martínez Barrios. Esta escisión provocó una debilidad extrema en la coalición gubernamental.

El “intermedio Samper”  fue un breve período de gobierno exclusivamente radical, encabezado por Ricardo Samper. Este Gobierno se formó apresuradamente a raíz de la retirada temporal de Lerroux (abril1.934) por causa de su enfrentamiento con el Presidente de la República con motivo de la Ley de amnistía a los sublevados de la “sanjurjada” .Ricardo Semper será acusado por la CEDA de debilidad, por lo que Alcalá Zamora se ve obligado  nombrar nuevamente a Lerroux para la presidencia del gobierno, anunciando este la entrada en el mismo de tres ministros de la CEDA.

1934 es el año en que las posiciones se decantan y el país se polariza definitivamente entre “las derechas”  y las “izquierdas”.

En la derecha se forman tres grupos básicos: Falange Española y de las JONS de orientación fascista,   Renovación Española, partido de los monárquicos formado básicamente por sectores de la alta burguesía y de la nobleza, claramente antirrepublicano y extremista; y, sobre todo, la CEDA, que aglutinaba casi todo el apoyo de las clases medias y populares de la derecha católica. Sus Juventudes de Acción Popular (JAP) actuaban ya como una “milicia fascista”  a imitación del modelo italiano y alemán, y participaban activamente en manifestaciones violentas contra los movimientos obreros.

En el centro quedaba el Partido Radical, desprestigiado ante sus votantes por el apoyo que le prestaba la CEDA.

La Izquierda Republicana se reconstruye a lo largo de 1934.Tras el fracaso electoral nace Izquierda Republicana, liderada por Azaña. En septiembre, por su parte, Martínez Barrios funda la Unión Republicana, algo más moderada, pero de tendencia progresista.

Por último, los grupos obreros se radicalizan claramente. El PSOE giró a la izquierda: iniciaron la preparación de una revolución para el caso de que la CEDA llegase al Gobierno. En  las Juventudes Socialistas (JS) se convirtió en secretario general Santiago Carrillo, quien inició un acercamiento a las Juventudes Comunistas. El PCE también abandonó el enfrentamiento con el PSOE: después del verano se impuso la necesidad de crear un Frente Antifascista, tal como le dictaba la KOMINTERN (Internacional Comunista); en septiembre, los comunistas entran en las Alianzas Obreras socialistas, comenzando a preparar en conjunto la revolución.

4.2. - La revolución de octubre de 1934.

En este contexto se produjo la revolución de octubre de 1934. El clima de tensión y enfrentamiento  general generaron una situación explosiva que llevó a la izquierda obrera a preparar la insurrección armada.

La entrada de tres ministros de la CEDA en el Gobierno Radical provocó inmediatamente la reacción de algunos sectores de la izquierda, los cuales consideraban que con esta medida se traicionaba a la República. Esa misma tarde los dirigentes socialistas dieron la orden de huelga.

El día 5 de octubre el paro fue general en todas las ciudades del país. Esto daría paso a otros sucesos más graves como fueron los alzamientos armados en Madrid y en la mayor parte del país, aunque estos revistieron mayor gravedad en Asturias y en Cataluña.

En Cataluña, el conflicto tuvo características políticas más que sociales. Por esta causa contó con escasa simpatía entre los medios obreros. El presidente Lluis Companys llegó a proclamar la República catalana, dentro de la República Federal Española. La República catalana fue disuelta rápidamente, tras la actuación del ejército dirigido por el general Batet. Companys fue detenido junto con el resto del Gobierno de la Generalitat.
En Asturias, por el contrario, el movimiento armado tuvo un carácter eminentemente social y revolucionario. El movimiento asturiano pretendía sustituir la República burguesa por  un Estado proletario, similar al modelo instalado en la Rusia de Stalin. Esto es al menos lo que daba a entender el pacto entre la CNT y la UGT “para abolir el régimen burgués”. Participaron también comunistas y trotskistas.

El Gobierno entregó plenos poderes militares al general Franco, que hizo traer de África a las tropas de la Legión. Los legionarios desembarcaron en Asturias  haciendo frente a una feroz resistencia obrera. Finalmente, el día 19 se pactó una rendición. La Guardia Civil se encargaría en los días siguientes de la limpieza y represión posteriores. El balance fue aterrador: cerca de 1 500 muertos, un número muy superior de heridos y 30 000 detenciones, incluidos Companys, Azaña (que no había participado en la revolución) y los principales dirigentes socialistas.

4.3. El final del Bienio Derechista (1934-1936).

La experiencia de la República de derechas se caracterizó por su inestabilidad. Las presiones externas, eran extremas: la extrema derecha le acusaba de tibieza frente a la izquierda; y la izquierda y la extrema izquierda de reaccionarismo, cuando no de fascismo. Sin embargo la causa inmediata del agotamiento del Bienio radical-cedista está en las consecuencias de la revolución de Asturias y los escándalos de corrupción política, especialmente el “estraperlo”.


1- Las consecuencias de la revolución de Asturias.
La insurrección de Asturias pesó en la descomposición del Gobierno radical-cedista, dividido ante el tratamiento que había que dar a los vencidos en la sublevación armada. Ante este problema, la CEDA era partidaria de aplicar todo el rigor de la Ley, a lo que se oponían los radicales, más inclinados hacia medidas de clemencia. El presidente Alcalá Zamora recordaba la benevolencia con que habían sido tratados Sanjurjo y los sublevados contra la República en 1932 y el agravio que supondría el extremar ahora el rigor de la Ley. Al final, las medidas fueron verdaderamente clementes, lo que fue interpretado como un gesto de debilidad por las fuerzas de la derecha y de la extrema derecha, y la CEDA abandonará el Gobierno. Sin embargo, volvió un mes más tarde ante la debilidad de los radicales, y ahora con Gil Robles como ministro de la Guerra.

A lo largo de 1935 se fueron gestando las dos grandes coaliciones que se enfrentarían en las elecciones del año siguiente. La derecha antirrepublicana se unió en el llamado Bloque Nacional, formado en diciembre de 1934 por sectores monárquicos y oligárquicos, encabezados por Calvo Sotelo.. Defendía un Estado autoritario y corporativo, similar al fascista, y era la única alternativa a la CEDA en la derecha.

También se produjo un acercamiento entre las fuerzas de la izquierda, burguesa y obrera.  Reclamaban la disolución de las Cortes y nuevas elecciones que permitieran salvar a la República. Azaña, recuperó de nuevo su papel de gran líder.
El gobierno radical-cedista continuó con su política de rectificación. Se decretó la suspensión del Estatuto de Cataluña y se aprobó la nueva Ley de Reforma Agraria, auténtica contrarreforma: paralización definitiva de la reforma.

Por otra parte, el Gobierno permanecía en continua crisis. Los cambios de ministros fueron frecuentes a lo largo de 1935, y la actitud del Presidente Alcalá Zamora cada vez más crítica con el Gobierno, por su alejamiento de la Constitución.

2- Los escándalos políticos. El estraperlo.

En 1935 la situación del Gobierno radical-cedista presidido por Lerroux era ya insostenible. Las divergencias internas y los escándalos de corrupción habían acabado con su credibilidad política. Al presidente Alcalá Zamora no le quedaban muchas alternativas: por una parte deseaba
desembarazarse de Lerroux, implicado en el escándalo de corrupción política conocido como estraperlo (que  todavía no era de conocimiento público), por otra, también se resistía a nombrar un Presidente de Gobierno de la CEDA, por temor a una nueva reacción violenta de la izquierda.

Al final optó por nombrar a Chapaprieta, en cuyo mandato estallaron los escándalos de corrupción política, protagonizados exclusivamente por los radicales. En el mes de octubre salió a la luz el escándalo del estraperlo Se trataba de una autorización hecha por algunos de los principales altos cargos radicales del Gobierno, a cambio de sobornos, a un fabricante holandés, Strauss, para introducir en casinos españoles una máquina de juego: la ruleta. Este tráfico de influencias obligó a dimitir a varios miembros del Gobierno, y del Partido Radical, incluyendo al propio Lerroux y a su hijo. Finalmente, el 30 de diciembre, Portela Valladares formó un gobierno puente con el compromiso de Alcalá Zamora de disolver las Cortes y convocar elecciones, decreto que firmó el 7 de enero de 1936.

5.- LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR.


En febrero de 1936 la candidatura del Frente Popular ganó las elecciones legislativas. Ahora se invertía el proceso: la izquierda, aleccionada por causa de su anterior fracaso electoral se presentaba unida en una misma coalición electoral. En 1936 era la derecha, por el contrario, la que se encontraba dividida, desmoralizada y minada por los escándalos de corrupción del Gobierno Lerroux.
El 15 de enero se firmó el Pacto del Frente Popular, acuerdo sobre un programa mínimo, cuyas medidas básicas significaban volver a poner en
marcha toda la legislación del primer bienio (educación, obras públicas, reforma agraria...) ahora sin dilación, decretar una amnistía, anular todas las represalias por la revolución de octubre, y restablecer las garantías constitucionales, suspendidas desde entonces.

Al pacto se unieron Izquierda Republicana, Unión Republicana, el PSOE, el PCE y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), recién fundado y de tendencia trotskista. Se unieron también otros grupos de la izquierda y los sindicatos comunistas, además de la UGT. La CNT no participó, pero esta vez,  no pidieron expresamente la abstención, lo que significó de hecho apoyar indirectamente al Frente Popular.

La otra gran coalición se formó entre el Bloque Nacional, de predominio monárquico, y la CEDA. La coalición no fue capaz de hacer un programa sólido y coherente: fundamentó su alianza en la negación de la revolución, el rechazo al marxismo y la amenaza que para el país significaría la victoria del Frente Popular. El mismo José Antonio Primo de Rivera criticó la falta de programa y mantuvo a la Falange fuera de la coalición. También el PNV se presentó por su cuenta.



La campaña y las elecciones se celebraron con bastante orden, pese a la violencia verbal y al clima de enfrentamiento latente. El Frente Popular obtuvo 263 escaños, por 210 de la coalición de centro-derecha; la victoria de la izquierda tuvo lugar en las grandes ciudades y en las provincias del Sur y de la periferia, mientras que las candidaturas de derecha se impusieron en las provincias del Norte y del interior.

Realizado el escrutinio, Calvo Sotelo y el general Franco instan a Portela Valladares a declarar el estado de guerra. José Antonio Primo de Rivera pide armas para la Falange y los monárquicos presionan a Gil Robles para que encabece un Gobierno de fuerza.

Por su parte,  los grupos de izquierda abrieron las cárceles adelantándose a la proclamación oficial de la amnistía. Portela Valladares se negó a continuar al frente del Gobierno. Azaña formará Gobierno,  estará compuesto únicamente por republicanos de izquierda, sin participación del PSOE.



El Gobierno puso en marcha el programa del Frente Popular de inmediato. Decretó una amplia amnistía, restablecieron el Estatuto Catalán, y se iniciaban las negociaciones para la aprobación de un estatuto para el País Vasco y Galicia. Decidió enviar a los generales sospechosos de conspiración a puestos alejados de Madrid y distantes entre sí: Franco a Canarias, Goded a Barcelona, Mola a Pamplona.

 Se ocuparon fincas, hasta el punto de que en marzo de 1936 el Gobierno autorizaba al IRA a expropiar cualquier finca. El 15 de junio se restablecía la Ley de Bases para la Reforma Agraria de 1932. Y se obligó a las empresas a readmitir a muchos obreros despedidos a raíz de la huelga de 1934.

Las izquierdas acuerdan la sustitución de Alcalá Zamora en la presidencia de la República y Manuel Azaña es elegido el 10 de mayo de 1936 nuevo presidente de la República por abrumadora mayoría. Tres días más tarde, es designado Presidente del Gobierno Santiago Casares Quiroga, que forma un Gobierno republicano.

El triunfo de las izquierdas trajo consigo una intensa movilización popular que creó un clima de tensión social. Los sindicatos y partidos de izquierda radicalizaron sus posiciones: los anarquistas defendían la
revolución, mientras un sector del socialismo, encabezado por Largo Caballero, también se orientaba hacia soluciones radicales, aproximando sus posturas a las del Partido Comunista.

Entre la derecha, se produce una radicalización cada vez más cerca de la insurrección, y emerge como líder indiscutible José Calvo Sotelo. La extrema derecha, formada por carlistas y falangistas, consideran blanda la oposición de Gil Robles a las nuevas autoridades republicanas. La encarcelación de José Antonio Primo de Rivera, justificada por su tenencia ilegal de armas, aumenta la crispación de los falangistas. Falange Española asumió un fuerte protagonismo y fomentó un clima de enfrentamiento civil y de  crispación política, y recurrió de manera más decisiva a la violencia callejera. Y entre los sectores más conservadores de la sociedad empezó a tomar cuerpo la idea de que el recurso al golpe de Estado militar era la única solución.

Desde el momento mismo de las elecciones, importantes sectores de la derecha llegaron a la conclusión de que sólo un golpe militar podía evitar lo que consideraban una inminente revolución socialista. Los principales líderes políticos (Gil Robles, Calvo Sotelo, Goicoechea... y el mismo José Antonio Primo de Rivera), los representantes de la oligarquía económica (Juan March) y los generales antirrepublicanos (Mola, Varela, Goded, Fanjul, Franco,  entre otros), iniciaron contactos para preparar el golpe. Un primer intento, previsto para el 20 de abril, no llega a producirse por descoordinación entre los golpistas. Es entonces cuando Mola, destinado por Azaña en Pamplona, toma el mando de la conspiración, bajo el nombre de El Director, y comienza a preparar minuciosamente el golpe militar.

El golpe militar, ya muy avanzados los preparativos al inicio del verano, se precipitará a raíz del asesinato, el 12 de julio, de un oficial de la Guardia de Asalto, el teniente Castillo, que fue respondido de madrugada por sus compañeros radicales con el secuestro y asesinato del líder del Bloque Nacional, José Calvo Sotelo. En medio de los rumores de golpe, el Jefe de Gobierno Casares Quiroga se mantuvo inactivo, pese a las advertencias que le hacían los líderes obreros sobre la inminencia del mismo. Cuando el 17 de julio por la tarde se produjo la rebelión en Marruecos, el Gobierno permaneció inoperante, creyendo durante muchas horas que se trataba de un intento limitado y condenado al fracaso. Dos días después, la Guerra Civil era un hecho.



6. CONCLUSIONES

La II República significó en sus inicios un intento de profunda renovación política, socioeconómica y cultural. En este proyecto se unieron, en especial en su primera etapa, distintos grupos políticos, cuyas bases estaban en las clases medias y en los sectores obreros, pero pronto fracasaron al oponerse a sus ideales reformadores tanto las corrientes revolucionarias proletarias como las fuerzas sociales más conservadoras. Además, una serie de factores históricos generales coadyuvaron a la brevedad del nuevo régimen y al sangriento epílogo de la guerra civil, especialmente la depresión económica de 1929
 El trágico desenlace de la II República se explica también por la coyuntura política internacional, en la que la creciente tensión política europea, derivada de las actitudes expansionistas de las potencias totalitarias y su enfrentamiento con las democracias occidentales, influyó asimismo en la evolución de los problemas internos de la República, como prueba el posicionamiento de las distintas naciones de Europa, una vez iniciada la guerra civil.

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