martes, 4 de noviembre de 2014

TEXTOS GUERRA CIVIL



1.- El “plan” de “El Director”


            Tan pronto tenga éxito el movimiento nacional, se constituirá un Directorio, que lo integrará un presidente y cuatro vocales militares. El Directorio ejercerá el poder en toda su amplitud, tendrá la iniciativa de los Decretos-Leyes que se dicten. Dichos Decretos-Leyes serán refrendados en su día por el Parlamento Constituyente elegido por sufragio, en la forma que oportunamente se determine.

            Los primeros Decretos-Leyes serán los siguientes:

a.- Suspensión de la Constitución de 1931.
b.- Cese del Presidente de la República y miembros del gobierno.
d.- Defensa de la Dictadura Republicana.
f.- Disolución de las actuales Cortes.

            El Directorio se comprometerá durante su gestión a no cambiar el régimen republicano, mantener en todo las reivindicaciones obreras legalmente logradas y adoptar cuantas medidas estimen necesarias para crear un Estado fuerte y disciplinado
                        General Mola. Documento de circulación clandestina. 1936




2.- Primeras noticias del levantamiento en ambos bandos. Exageraciones contrapuestas

El Gobierno legal de la República

«Se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República. Una parte del Ejército que representa a España en Marruecos se ha levantado en armas contra la República, sublevándose con­tra la propia Patria y realizando un acto vergonzoso y criminal de rebeldía contra el poder legítimamente constituido.
El Gobierno declara que el movimiento está exclusivamente circunscrito a determinadas ciudades de la zona del Protectorado, y que nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la Península a tan absurdo empeño. Por el contrario, los españoles han reaccionado de un modo unánime y con la más profunda indignación contra la tentativa reprobable y frustrada ya en su nacimiento.»

Emitido por radio, la mañana del 18 de julio de 1936.


Los militares sublevados

«Españoles: el Ejército es dueño de toda España, menos de algunos puntos aislados donde luchamos con ventaja. Las columnas victoriosas que se dirigen a Madrid están en el Guadarrama, a pocos kilómetros de la capital, que no tardará en caer en nuestras manos. El general Franco se encontraba ayer en Córdoba al frente de una fuerte columna de tropas procedentes de África.'
Es inútil oponerse al avance de la mayor parte del pueblo español sano, que sólo desea una España libre de odios.»


EL GENERAL MOLA, 19 de julio de 1936.





3.- Inicio de la sublevación militar.

«Don Francisco Franco Bahamonde, General de división, Jefe Superior de las fuerzas Militares de Marruecos y Alto Comisario

HAGO SABER:
Una vez más el Ejército, unido a las demás fuerzas de la Nación, se ha visto obligado a recoger el anhelo de la gran mayoría de los españoles que veían con amargura infinita desaparecer lo que a todos puede unirnos en un ideal común: España.

Se trata de restablecer el imperio del orden dentro de la República para llevar a cabo la labor anunciada.

ORDENO Y MANDO:

Artículo 1° Queda declarado el estado de guerra en todo el territorio del Marruecos español y, como primera consecuencia, militarizadas todas las fuerzas armadas...»

Melilla, 17 de Julio de 1936





4.- Manifiesto de Franco
            
            La situación de España es cada vez más crítica. La anarquía reina en la mayoría de los campos y pueblos. Huelgas revolucionarias de todo orden paralizan la vida de la población, arruinando y destruyendo sus fuentes de riqueza (…). Al espíritu revolucionario e inconsciente de las masas engañadas y explotadas por los agentes soviéticos se unen la malicia y negligencia de las autoridades de todas clases.

            Justicia e igualdad ante las leyes ofrecemos, paz y amor entre los españoles, trabajo para todos, justicia social llevada a cabo sin encono ni violencia y una equitativa y progresiva distribución de la riqueza (…). El espíritu de odio y venganza no tiene albergue en nuestro pecho (…) haciendo reales en nuestra patria `por primera vez y en este orden la trilogía libertad, fraternidad e igualdad.


            Radio Las Palmas, madrugada del 18 de julio de 1936




5.- La represión.
  
«Agustín era un mozo sin inquietudes políticas. Lo que estaba pasando en España no era de su incumbencia. A él sólo le interesaba su lucha diaria con la tierra de labor. Esa tarde volvía de la huerta con el azadón al hombro, dispuesto a pasarlo bien en la taberna. En la carretera se encontró con Miguel, un muchacho de las Juventudes Socialistas; también Miguel regresaba del trabajo en la huerta, y juntos caminaron hacia el pueblo. Sin saberlo, iban al encuentro de una de esas aventuras que sólo se viven una vez. En el camino se cruzaron con un requeté navarro que paseaba con uno de los nuevos concejales.
El concejal pronunció unas palabras que, en sí mismas, eran inofensivas:

-Mira, ahí tienes a uno de los más rojos del pueblo.
El requeté no podía oír esto sin entrar en santa indignación. Se despidió de su acompañante y siguió a los muchachos.
 -Venga, veniros conmigo.
-¿A dónde?
-Al Ayuntamiento.
-¡Si nosotros no hemos hecho nada!
-Eso ya lo veremos allí.

Y nadie se preocupó de averiguarlo. Entraron en la celda donde había ya otras tres personas. El único que no tenía mucho miedo era Agustín, seguro de que podría aclarar las cosas antes de la noche.

Ya oscurecido, al terminar su partida de dominó, los requetés salieron de la taberna y se enfrentaron con la excitante noche veraniega. Alguien preguntó:

-¿Hay algún rojo en el Ayuntamiento?
-Seguro que hay alguno.
-Pues vamos a por ellos.    
Y así fue como los cinco hombres fueron conducidos a las tapias del cementerio y la noche se llenó de disparos.»


Julio de 1936, Rincón de Soto (Rioja), pue­blo ocupado por los rebeldes
PABLO URIEL: Mi Guerra Civil Valencia, 1988.





6.- Unamuno y Millán Astray: la razón y la fuerza (30 de septiembre de 1936)

«Sumamente significativo fue el episodio protagonizado por Miguel de Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca de la que era rector.

En el acto, presidido por un gran cuadro de Franco, estaban presentes la esposa de éste, Carmen Polo, el obispo de Salamanca y las autoridades locales, así como el general José Millán Astray, alto mando militar de la Legión (...). El gene­ral tomó la palabra para afirmar lo siguiente, ante un auditorio enfervorizado: "Los catalanes y los vascos son cánceres en el cuerpo de la nación. El cirujano de hierro que es el fascismo sabrá cómo extirparlos y lo hará cortando en carne viva, sin escrúpulos ni falsos sentimentalismos".
 De entre el público surgió un grito expresando el lema favorito del general; "¡Viva la muerte!'. Fue en aquel momento en que Unamuno, a quien correspondió la palabra, levantóse con lentitud y apoyó cansa­do sus manos en la gran mesa. Se hizo silencio y el filósofo vasco habló: "Sé que estáis esperando mis palabras con verdadera expectación e interés. Me conocéis bien y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. Muchas veces callar equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado cómo complicidad.

Hace un momento he escuchado el necrófilo e insensato grito de Viva la Muerte'. El general Millán Astray es un inválido. Él es un inválido de verdad. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente hay hoy en España demasiados mutilados y si Dios no lo remedia pronto habrá muchísimos más. Me sobrecoge el pensar que el general Millán Astray pudiera algún día dictar leyes y normas. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes es hasta cierto punto lógi­co que encuentre un terrible alivio a su situación viendo cómo en torno suyo se multiplican los mutilados."

En aquel instante el general se levantó violentamente gritando entre el clamor falangista: "¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la Muerte!'. Unamuno hizo otra pausa y esperó que cesaran los gritos y con voz lenta concluyó: "Éste es el templo de la inteligencia. Y yo, aquí donde me veis, soy un sumo sacerdote. Estáis, pues, profanando su sagrado recinto. Y debo además deciros lo siguiente: Venceréis, qué duda cabe, porque tenéis la razón de la fuerza, pero nunca podréis convencer, porque para convencer hay qué persuadir, y para persuadir carecéis de lo más elemental: de la fuerza de la razón y del derecho. Nada más: me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho".

Según parece, se hizo un denso silencio, seguido de actitudes hostiles contra el ilustre anciano que salió del recinto protegido por varias personas y la mujer de Franco. Nunca más Unamuno apareció en público, siendo ordenada su detención domiciliaria.»

A.                      JUTGLAR: H.ª de España. Barcelona,1989.





7.- Niños en el Madrid sitiado (1937)

«Los niños asistían a las escuelas situadas en los refugios antiaéreos o iban a la Gran Vía a recoger metralla al rojo vivo... El bombardeo artillero no solía comenzar hasta las seis de la tarde. Los chiquillos esperaban en las travesías del extremo sur de la Gran Vía hasta que oían los cañones, el silbido del obús al surcar el aire y el ruido de la explosión al caer sobre la Telefónica. Entonces salían todos ellos corriendo a la calle para recoger el metal ardiente. A los chiquillos nos parecía algo precioso, digno de coleccionarse. Una noche en que las cosas se pusieron más calientes que de costumbre, me refugié en la tienda de un zapatero. Al disiparse el humo, en la calle vi a un hom­bre al que la explosión acababa de arrancarle la cabeza... Ví a dos críos de unos 8 años jugando a las cani­cas. En la entrada de un cine había una vieja tomando el sol invernal. De repente dos obuses cayeron sobre la plaza... Uno de ellos explotó, el otro quedó enterra­do en el suelo. Uno de pequeños levantó la cabeza: "Abuela, están disparando. Váyase a casa, coño, que ahora sólo los hombres pueden estar en la calle". Volviéndose a su compañero, dijo: "Venga tira, que ahora te toca a ti..."»
R. FRASER: Recuérdalo tú y recuérdalo a los otros. Historia oral de la guerra civil española. Barcelona, 1979.




8.- Destrucción de Guernica

La versión franquista.

            Guernica está destruida por el incendio y la gasolina. La han incendiado y la han convertido en ruinas las hordas rojas al servicio criminal de Aguirre, presidente de la república de Euskadi. El incendio se produjo ayer y Aguirre ha lanzado la mentira infame –porque es un delincuente común- de atribuir a la heroica y noble aviación de nuestro Ejército Nacional ese crimen. Puede probarse en todo momento que la Aviación no voló ayer a causa de la niebla ni por Guernica ni sobre ningún otro punto del frente de Vizcaya. Hoy sí ha volado la Aviación sobre Guernica. Ha volado y ha tomado fotografías del incendio de Guernica que aparece casi totalmente destruía.

            Aguirre acaba de intentar la más trágica y despreciable de las farsas. Ha quemado, ha destruido Guernica, la ciudad Santa de los Vascos. Dentro de poco no le quedará al mundo duda alguna; pero, además de las pruebas que se han aportado ya sobre la infamia de Aguirre y las que se aportarán todavía aquí está a la vista de todo el mundo, la España reconquistada por Franco, serena, tranquila, libre, feliz junto a su Ejército, que vence al enemigo y reconstruye su patria, mientras las hordas rojas, asesinan, martirizan, incendian, destruyen y llevan el caos por todas partes.

                                   Diario de Burgos (29-4-1937)


La versión republicana

            Se comprende que las emisoras y los periódicos al servicio de los fascistas españoles y sus aliados de Alemania e Italia nieguen porfiadamente los actos vandálicos, sin precedentes en la historia de la humanidad, cometidos en la histórica villa de Guernika y en Durango. El mundo entero ha acogido estos hechos con un gesto de horror, la conciencia universal se ha estremecido al conocer manifestaciones tan inconcebibles de bestialidad. Ha podido ver el mundo, demasiado pasivo, suicidamente indiferente ante los desmanes fascistas, a qué extremos de aberración es capaz de llegar el fascismo cuando se propone extender su hegemonía.

            Por eso, por táctica y no por arrepentimiento, el fascismo español niega estos hechos horrendos y pretende alejar de si la responsabilidad de los mismos, pretendiendo hacer creer lo increíble: que fueron las fuerzas defensoras de Euskadi las que incendiaron Guernica, como si el mundo pudiera caer en tanta inocencia como para admitir que sean quienes han de defenderse los que se destruyen a si mismos.

            ¿Qué podrá alegar en justicia quien no vacila en destruir un pueblo indefenso? ¿Qué otro recurso les cabe que negar, que sentirse asustados de su propio crimen por las consecuencias que él les acarrea en el concierto de la humanidad?

                                   Diario de Bilbao (5-5-1937)



 
9.- La vida en las trincheras (Frente de Aragón, 1938)

«En la posición también había cambios. El nuevo capitán, era un oficial que no toleraba quietud en sus hombres. Les obligó a un inmenso trabajo de fortificación y reposición de las alambradas. Los soldados no podían eludir este trabajo porque en cualquier momento se presentaba el Capitán, que había requisado una motocicleta averiada, que él mismo había reparado. Era un hombre activo, eficaz e inteligente. Se había evadido de la zona republicana, dejando allí a su mujer y a dos hijos, cuyo canje se estaba entonces gestionando... Con sus hombres era implacable y exigente. Su ruidosa motocicleta se hacía oír varias veces al día, siempre recibida por las maldiciones de los soldados, que tenían que abrir zanjas en un suelo de inclemente dureza. Pocos días después de mi llegada, un sargento me trajo un plato lleno de exquisita miel.

 -No crea usted, es un botín de guerra; es una miel casi republicana.

Me llevó hasta el parapeto, de cara a las lejanas posiciones enemigas.
-Mire usted; allí, a medio camino entre los rojos y nosotros, hay una cañada. Un día vimos que salía de allí una columna de humo. Al día siguiente hicimos una descubierta para ver lo que sucedía y encontramos unas colmenas abandonadas. Desde entonces, alternativamente, los rojos y nosotros vamos con frecuencia para completar nuestras despensas; el humo sirve para alejar a las abejas y para avisar al enemigo de nuestra pre­sencia. Ni ellos ni nosotros tenemos deseos de encontrarnos allí. Respetamos nuestro turno religiosamente.»
PABLO URIEL: Mi guerra civil. Valencia, 1988.




10.- La postura de Portugal

            Desde los primeros momentos de la insurrección militar de España, la parcialidad de Portugal a favor de los rebeldes ha sido clara, manifiesta y no disimulada.

            Podemos asegurar que fueron dadas mayores facilidades para que las labores preliminares del movimiento sedicioso se desarrollasen con las mayores garantías de seguridad y eficacia (…).
            Generales significadísimos como el fallecido Sanjurjo, Cavalcanti… algunos altos jefes de la marina española, en conexión con los dirigentes del tradicionalismo español,  (…) se reunían constantemente en Estéril y en Espinho, manteniendo relación directa con los comités rebeldes que actuaban en España, valiéndose para ello de jóvenes fascistas. La afluencia de militares españoles en el mes de mayo fue extraordinaria, causando incluso extrañeza en las autoridades de la frontera portuguesa.

            C. Sánchez Albornoz, embajador de España en Portugal en 1936



 
11.- La postura de Italia

            En España ya se han formado dos frentes. Como uno están alemanes e italianos; con otro franceses, belgas y rusos. El Duce está de acuerdo con Hitler en opinar que la determinación de los dos frentes es ya un hecho consumado. Italia ha apoyado y sigue apoyando a los españoles sin condiciones. Mucha sangre italiana se ha derramado y las Baleares han sido salvadas con ayuda de hombres y material italiano. Ahora lo importante es vencer. Después de la victoria no pediremos a España nada que pueda modificar la situación geográfica del Mediterráneo. Sólo pediremos a España que no desarrolle una política contraria a los intereses de Italia. Nuestra acción en España es una prueba efectiva de nuestra participación en la lucha antibolchevique.

                        G. Cianao. Ministro de Asuntos Exteriores de Italia (1936-1943)



  
12.- Francia declara la “No intervención” (16 de agosto de 1936)

            “El gobierno de la República francesa, deplorando los trágicos acontecimientos de que es teatro España; decidió abstenerse rigurosamente de cualquier ingerencia directa o indirecta en los asuntos internos de este país, animado de la voluntad de evitar cualquier complicación perjudicial  al mantenimiento de las buenas relaciones entre los pueblos; declara lo siguiente:

1.- El Gobierno francés prohíbe en lo que concierne, la exportación directa o indirecta, la reexportación y el tránsito a España, (…) de todas las armas, municiones y material de guerra así como de todas las aeronaves montadas o desmontadas, y de toda nave de guerra.

2.- Esta prohibición se cursa a los contratos en curso de ejecución.

El gobierno francés, en lo que concierne, pondrá en ejecución esta declaración apenas se hayan adherido a ella los gobiernos británico, alemán, italiano, soviético y portugués”.







13.- Nota del Gobierno español al Comité de Londres

            “… El Gobierno de la República se cree obligado a dirigir un solemne llamamiento a la conciencia de los Gobiernos de Francia y Reino Unido, como iniciadores del acuerdo de no-intervención, sobre la tremenda y peligrosa iniquidad de mantener en vigor dicho acuerdo cuando su violación abierta, confesada pública y cínicamente por los Gobiernos de Alemania e Italia, a favor de los rebeldes, es cosa tan notoria…

            Italia y Alemania no han cesado un instante desde que estalló la rebelión española de proveer a los rebeldes no sólo con inmensas cantidades de material bélico de todas clases… sino de considerables masas de combatientes y gran número de expertos, formando parte de los ejércitos regulares de ambos países (…)”.

            Pablo de Azcárate, embajador en Londres en 1937



  
14.- Guerra y Revolución: la visión anarquista

            Que quede bien entendido que no estamos luchando por la república democrática. Estamos luchando por el triunfo de la revolución proletaria. La revolución y la guerra son inseparables. Todo lo que se diga en sentido contrario es contrarrevolución reformista.
                                   Boletín de Información de la CNT-FAI (enero,1937)

  


15.- Negrín y el apoyo comunista

            En la política interior aquí se ha llegado a una unidad que aún no es perfecta pero si se tienen en cuenta el periodo de anarquía por el que hemos pasado, no deja de ser satisfactoria.

            Por influjos exteriores, por influjo de la propaganda enemiga; por celos de partidos que han perdido vitalidad o no han encontrado arraigo en el pueblo, sigue manteniéndose una enconada y dura campaña contra los comunistas. Yo no debo ocultárselo a Vd., a quien no vacilo en decirle que son mis mejores y más leales colaboradores. Los más propicios a la abnegación y al renunciamiento en aras de la victoria. Pero el hecho es que el menor pretexto sirve de motivo para emponzoñar el ambiente intentando hacer creer que el gobierno está manejado por influencias extrañas.

            Grave es el problema que nos plantea el abastecimiento, estrechamente ligado con la situación financiera. Sobre el particular urge llegar a acuerdos concretos, pues su demora puede ser perniciosa para el desarrollo de la guerra.

                        Carta de Negrín a Stalin (11-11-38)


  

16.-Los Trece Puntos de Juan Negrín

“      1. La independencia de España.
2. Librar a España de los militares extranjeros invasores.
       3. República democrática con un gobierno con autoridad plena.
      4. Plebiscito para determinar la estructuración jurídica y social de la República española.
        5. Libertades regionales sin detrimento de la unidad española.
        6. Conciencia ciudadana generalizada por el Estado.
     7. Garantía de la propiedad legítima y protección a la producción.
8. Democracia campesina y liquidación de la propiedad semifeudal.
    9. Legislación social que garantice los derechos de los trabajadores.
        10. Mejora cultural, física y moral de la Raza.
     11. Ejército al servicio de la Nación, libre de tendencias y partidos.
      12. Renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.
        13. Amnistía amplia para los españoles que quieran reconstruir y engrandecer España “.




17.- El discurso de las tres “P”

            No tengo el optimismo de un Pangloss ni voy a aplicar a este drama español la simplísima doctrina del adagio de que “no hay mal que por bien no venga”. No es verdad. Pero es obligación moral, sobre todo de los que padecemos la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible y, cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordarán, si alguna vez sientes que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen selección: la de esos hombres que han caído embravecidos por la batalla, luchando magnánimamente por un ideal grandioso, que, ahora abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna, que dice a todos sus hijos: Paz, Piedad y Perdón.

Manuel Azaña, Presidente de la República 1939





18.- Franco, jefe de Estado y Generalísimo

La Junta de Defensa Nacional, creada por Decreto de 24 de julio de 1936, y el régimen provisional de mandos combinados respondían a las más apremiantes necesidades de la liberación de España.

(…) Razones de todo linaje señalan la alta conveniencia de concentrar en un solo poder todos aquellos que han de conducir a la victoria final y al establecimiento, consolidación y desarrollo del nuevo Estado, con la asistencia fervorosa de la Nación.

En consideración a los motivos expuestos y segura de interpretar el verdadero sentir nacional esta Junta, al servicio de España, promulga lo siguiente:

Artículo 1.- En cumplimiento del acuerdo adoptado por la Junta de Defensa Nacional se nombra Jefe del Gobierno del Estado Español al Excelentísimo señor General de División don Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado.

Artículo 2.- Se le nombra asimismo, Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire, y se le confiere el cargo de General Jefe de los ejércitos de operaciones.

                                   Decreto de 29-9-1936




19.- Decreto de Unificación

Llegada la guerra a punto muy avanzado y próxima la hora victoriosa, urge acometer la gran tarea de la paz, cristalizando en el estado nuevo el pensamiento y el estilo de nuestra Revolución Nacional. Unidos por un pensamiento y una disciplina común, los españoles todos han de ocupar su puesto en la gran tarea. Esta unificación que exijo en el nombre de España no quiere decir ni conglomerado de fuerzas, ni mera concentración gubernamental, ni unión pasajera.

Art 1.- Falange Española y Requetés se integran, bajo mi jefatura, en una sola entidad política de carácter nacional, que de momento se denominará Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Quedan disueltas las demás organizaciones y partidos políticos.

Art 2.- Serán órganos rectores de la nueva entidad política nacional el Jefe del Estado, un Subsecretario o Junta Política y el Consejo Nacional.

Art 3.- Quedan fundidas en una sola Milicia Nacional las de Falange Española y de Requetés.

Salamanaca, 19 de abril de 1937. Francisco Franco. BOE, 20 de abril de 1937





20.- Carta colectiva del episcopado español: la postura de la Iglesia.

“El 27 de de febrero de 1936, a raíz del triunfo del Frente Popular, la Komintern rusa decretaba la revolución española y la financiaba con exorbitantes cantidades. El 1º de mayo siguiente centenares de jóvenes postulaban públicamente en Madrid “para bombas y pistolas, pólvora y dinamita para la próxima revolución”.

            La guerra es, pues, como un plebiscito armado. La lucha de los comicios de 1936, en que la falta de conciencia política del gobierno nacional dio arbitrariamente a las fuerzas revolucionarias un triunfo que no habían logrado en las urnas, se transformó por la contienda cívico-militar, en la lucha cruenta de un pueblo partido en dos tendencias: la espiritual, del lado de los sublevados, que salió a la defensa del orden, la paz social, la civilización tradicional y la patria, y muy ostensiblemente en un gran sector, para la defensa de la religión; y de otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista o anarquista, que quiso sustituir, la vieja civilización de España, con todos sus factores, por la novísima civilización de los soviets rusos (…)
  
Primero. Que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz y de no haber querido la guerra ni haber colaborado con ella, no podía ser indiferente en la lucha: se lo impedía su doctrina y su espíritu, el sentido de conservación y la doctrina de Rusia (…)

Cuarta. Hoy por hoy no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz, y los bienes que de ellas derivan, que el triunfo del movimiento nacional. Tal vez hoy menos que en los comienzos de la guerra porque el bando contrario, a pesar de todos los esfuerzos de sus hombres de gobierno, no ofrece garantías de estabilidad política y social

                                   1 de julio de 1937




21.- La supresión de la coeducación

            “Las disposiciones de la Junta de Defensa Nacional, encaminadas a la moralización de las costumbres, suprimieron la coeducación en los centros de enseñanza secundaria y similares. En las poblaciones donde existe más de un Instituto, se transforma uno en Instituto femenino. Cuando el triunfo seguro  del glorioso Ejército nacional quede consumado, se podrá fijar el número de Institutos femeninos que conviene fijar en las capitales no sometidas.

            Constituirá el ideal que el profesorado de estos Institutos, excepto el de Religión, fuese completamente femenino”.

            Boletín oficial, 25 de septiembre de 1936.




Conquista de Badajoz: lucha a muerte y represión
  
«Badajoz estaba defendida por el coronel Ildefonso Puigdendolas, con unos 8.000 milicianos inexpertos.

Después de una mañana de bombardeo de la artillería, se ordenó el ataque a media tarde del 14 de agosto. La 16.ª compañía de la 4.ª bandera de la Legión se lanzó contra la puerta de la Trinidad, cantando, en el momento del avance, su himno, en el que proclaman que su novia es la muerte. En el primer asalto fueron rechazados por las ametralladoras de los milicianos. Pero, al segundo, los legionarios consiguieron abrirse paso, matando a sus enemigos a bayonetazos.

Habían conseguido entrar, aunque, de la fuerza de asalto, sólo sobrevivieron un capitán, un cabo y catorce legionarios. Al mismo tiempo, otra columna de legionarios asaltaba las murallas próximas a la puerta del Pilar. Entonces la batalla continuó en las calles. Las dos fuerzas atacantes se encontraron en la plaza de la República, bajo la sombra de la catedral, y la lucha cuerpo a cuerpo continuó hasta la noche. Badajoz quedó sembrada de cadáveres. El coronel Puigdendolas huyó a Portugal. Los legionarios mataron a todo el que llevaba armas, incluso a unos milicianos que estaban en las gradas del altar mayor de la catedral. La plaza de toros se convirtió en campo de concen­tración. Muchos milicianos, y todavía más carabineros, fueron fusilados por orden de Yagüe.»




H. THOMAS: La Guerra Civil española. Madrid, 1979





La dimensión internacional de la Guerra Civil

La guerra española fue el acontecimiento más importante y complejo del pa­norama internacional europeo de los años 30, antes de la expansión de la Alemania nazi.

La relación de cada una de las potencias y países interesados en la guerra española fue bastante individual y diferenciada. La más neutral de ellas fue Gran Bretaña, cuyo gobierno no deseaba tomar ninguna parte en la contienda. Dentro del gobierno británico hubo división de opiniones: los conservadores ciertamente no deseaban la derrota de Franco, mientras que para los laboristas la guerra española llegó a ser un tema candente a favor del lado opuesto. Pero oficialmente se mantuvo la neutralidad.

La situación de Francia era más complicada. En París había un gobierno del Frente Popular, con evidente simpatía por los republicanos el gobierno francés había llegado a depender en su estrategia internacional de la Gran Bretaña y no actuaba de modo independiente. Por eso pronto aceptó la postura inglesa y cooperó en la formación del «Comité de No Intervención»

 [ ... ] y las derechas francesas amenazaron al gobierno con el espectro de una guerra civil en Francia si se ayudaba a los republicanos [ ... ]

De los dictadores que intervinieron en España, el más firme y resuelto fue Mussolini. El interés del gobierno italiano en la guerra española estuvo motivado en parte por razones políticas, pero ante todo por razones estratégicas -la ambición del fascismo italiano de crear un “mare nostrum” en el Mediterráneo‑ [ ... ]

La política de Hitler fue más mesurada y también más cínica. Ciertamente deseaba evitar la victoria de un régimen izquierdista en España, y envió ayuda importante a los nacionales ‑sobre todo la Legión Condor‑, pero el aspecto más importante de la guerra española para Hitler fue su utilidad como factor de diversión. El conflicto de España alejaba la atención internacional de la  Europa central, donde Hítler estaba embarcado en un proceso de rearme extenso y rápido.

Dos factores parecen haber impulsado a Stalin a intervenir en España: uno de ellos fue la situación geoestratégica del país que no quería abandonar a las potencias fascistas, y de otro, el hecho de que la revolución colectivista en la zona republicana había dado origen a la única revolución social ocurrida fuera de la URSS

Payne, Stanley (1996): «La dimensión internacional de la Guerra Civil», ABC, 18‑7‑96, p. 58‑59.





La intervención extranjera en la guerra civil

El estallido de la guerra civil enjulio de 1936 puso de manifiesto que España estaba en peligro inminente de anarquía; pero también podríamos calificar de anárquico el sistema internacional contemporáneo. Las cinco grandes potencias más interesadas en España ‑Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y la Unión Soviética‑ perseguían todas ellas fines: diferentes y a la vez conflictivos.
[ ... ]
En todo caso, desde 1936 a 1939, el efecto de la intervención extranjera en el curso de la guerra civil española y el efecto de ésta sobre el curso de las relaciones entre las grandes potencias europeas fueron ambos aspectos importantes de la larga crisis de treinta años que produjo dos guerras mundiales. El episodio español expone todas las llagas de esa crisis e ilumina los problemas del nacionalismo, la democracia, el fascismo, el capitalismo, el comunismo y la rivalidad de las grandes potencias de nuestro tiempo.

 Whealey, Robert H. (1973): «La intervención extranjera en la guerra civil española», Carr, Raymond (ed.): Estudios sobre la República y la Guerra Civil española, Barcelona, Ariel, p. 266‑271 y 295.

















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