MANIFIESTO
DE MONTECRISTI
“La
guerra no es contra el español que, en el seguro de sus hijos y en
el acatamiento a la patria que se ganen, podrá gozar respetado, y
aun amado, de la libertad que sólo arrollará a los que le salgan,
imprevisores, al camino. Nosotros, los cubanos, empezamos la guerra,
y los cubanos y los españoles la terminaremos […]. No hay odio en
el pecho antillano, y el cubano saluda en la muerte al español a
quién la crueldad del ejército forzoso arrancó de sus casa y su
terreno para venir a asesinar en pecho de hombres la libertad que él
mismo ansia. Más que saludarlo en la muerte quisiera la Revolución
acogerlo en vida, y la República será un tranquilo hogar para todos
los españoles laboriosos y honestos, que podrán gozar en ella de la
libertad y de los bienes que no habrían de encontrar aún por largo
tiempo en la flaqueza, la apatía y los vicios políticos de sus país
[…]”.
Montecristi,
Santo Domingo, 25-03-1895. Firmado por José Martí y Máximo Gómez
El
documento, conocido como Manifiesto de Montecristi por el lugar de la
Republica Dominicana en que se firmó, recoge el pensamiento de José
Martí, líder político de la independencia cubana y fundador del
Partido Revolucionario Cubano, quien firma el documento conjuntamente
con Máximo Gómez, el líder militar de una guerra que había
estallado en febrero de ese mismo año, 1895, con el Grito de Baire,
en la zona oriental de la isla.
Expone
este fragmento que la guerra tiene como objetivos la libertad e
independencia de Cuba, que se ha de constituir en democrática.
Ofrece, en esa futura Cuba, libertad y respeto a la propiedad de los
españoles, contra los que asegura el manifiesto no sentir ninguna
animadversión; por el contrario, se muestra comprensión para el
soldado español, sujeto a las quintas forzosas, y se hace una
crítica al sistema político español, el de la Restauración.
La
guerra de Cuba ya había vivido un primer episodio con la llamada
“Guerra Larga” (1868-78), concluida con la Paz de Zanjón. El
incumplimiento de lo pactado entonces, la dependencia política y
económica de Cuba respecto a la metrópoli y los intereses
geoestratégicos estadounidenses, encendieron de nuevo la mecha.
José Martín, quien deseaba la construcción de una república
independiente y democrática, murió en combate al poco de regresar
de su exilio, siendo relevado por Máximo Gómez y Antonio Maceo. En
España se intentó primero recurrir a los acuerdos, enviando a
Martínez Campos, artífice de la Paz de Zanjón, pero al resultar
ya imposible, su sustituto, el general Weyler, optó por la “guerra
total”. Su dura actuación con la población civil aumentó los
deseos de independencia y alentó la campaña internacional de
desprestigio contra España, dirigida por la prensa de EEUU. La
intervención de este país tras la voladura de su acorazado, el
“Maine”, que declaró la guerra en abril de 1898, y las derrotas
en las batallas navales de Cavite (Filipinas) y Santiago de Cuba,
desembocaron en la pérdida para España de sus últimas posesiones
ultramarinas por el Tratado de paz de París.
Fuente:
Gema
Gómez Díaz-Caneja
LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS
1. Nos encontramos ante un documento iconográfico consistente en una fotografía en blanco y negro tomada el 2 de septiembre de 1899 en el patio del cuartel Jaime I de Barcelona. Es una fuente primaria y su contenido es militar. Se representa a los 33 supervivientes del asedio de Baler, en las Filipinas, tras su regreso a España una vez terminada la guerra. Su finalidad es ensalzar y reconocer la valentía mostrada por los soldados españoles que resistieron 11 meses el cerco de los independentistas filipinos.
2.
El 10 de diciembre de 1898 se firmaba en París el tratado por el que
España vendía a Estados Unidos, por 20 millones de dólares,
el archipiélago filipino. La antigua metrópoli se daba así
de bruces con el siglo XX, en el que EE UU empezaba a mostrarse como
la gran potencia mundial que es hoy en día. A la hora de estampar
esa firma, poco parecía importar que un pequeño batallón de 52
militares españoles tratara todavía de mantener su posición en el
país asiático. Lo harían hasta el 2 de junio de 1899,
atrincherados en la iglesia de Baler, fecha en la que el líder
filipino Emilio Aguinaldo no sólo les perdonaba la vida, sino que
reconocía públicamente su valor.
Los
diferentes emisarios españoles enviados a Baler para conseguir la
rendición de las tropas nacionales no lograron sus propósitos. Una
y otra vez los sitiados desconfiaban de los visitantes negándose a
deponer las armas. El último en intentarlo fue el teniente coronel
Aguilar, mandado por el gobernador general español, quien tuvo que
marcharse sin conseguir su objetivo. Sin embargo, al ojear unos
periódicos que Aguilar dejó en la iglesia, los sitiados
comprendieron que España ya no poseía el control de la isla y que
no tenía ya sentido seguir resistiendo en la iglesia. El 2 de junio
de 1899 el destacamento de Baler acabó rindiéndose dando fin a 337
días de asedio.
Las
autoridades filipinas aceptaron condiciones honrosas de capitulación
y permitieron su paso, sin considerarles prisioneros, hasta Manila,
con el presidente filipino Aguinaldo emitiendo un decreto en el que
exaltaba su valor. Tras un recibimiento apoteósico en la capital
filipina, los supervivientes fueron repatriados a España.
COMENTARIO GRÁFICA MUERTOS CUBA Y FILIPINAS
La imagen, es una ilustración del acorazado Maine obtenida de un grabado de la prestigiosa revista La Ilustración española y Americana. Esta imagen evoca dos aspectos del tema de interés:
COMENTARIO GRÁFICA MUERTOS CUBA Y FILIPINAS
Nos
encontramos ante un cuadro estadístico acerca de los militares
fallecidos en la guerra de Cuba y Filipinas entre los años
1895-1898. Se trata de una fuente secundaria, al estar elaborado por
el historiador Fernández Almagro en el año 1968, y de temática
militar.
En
este documento se nos diferencia entre la categoría del militar
fallecido (general, oficial y soldado), y por otro lado la causa de
la muerte (guerra, heridas, fiebre amarilla, otras enfermedades,
travesía).
El
análisis del cuadro estadístico es muy sugerente. Por un lado
observamos que la mayor parte de los fallecidos son soldados
(55.078), mientras que los oficiales son muchos menos (581) y los
generales son solo 2. Hasta cierto punto es lógico esta
desproporción, ya que el número de soldados es muy superior al
de oficiales y generales. Sin embargo, en términos
relativos se aprecia que los soldados fallecen en mayor
proporción de los que le correspondería por su número.
Por
otro lado, también se analizan las causas de los fallecimiento de
los militares españoles. A pesar de que estamos hablando de una
guerra, sin embargo el principal motivo de la muerte tanto de
oficiales como de soldados no son las heridas de guerra (2018
soldados , 141 oficiales y 2 generales), sino que son las
enfermedades padecidas durante el conflicto hispano-cubano. En
efecto, por enfermedades el número de fallecidos son de 53.000
soldados, 440 oficiales y ningún general). Esto nos hace ver que la
verdadera causa de mortandad no fueron los enfrentamientos bélicos,
sino por el contrario las enfermedades tropicales que hicieeron mella
en gran medida a nuestros militares. Y especialmente a los soldados,
ya que si comparamos en términos relativos los soldados y oficiales
fallecidos por esta causa la desproporción es enorme.
Estos
hechos se explican por las pésimas condiciones que los soldados
españoles sufrían en las islas. En un ambiente para el que no
estaban adaptados, en contacto con una humedad y calor insoportables,
los soldados no`pudieron hacer frente a enfermedades tropicales como
la fiebre amarilla, el beri beri, el paludismo, disentería,
tuberculosis y otras que hicieron que gran parte de ellos
murieran en poco tiempo o quedaran inutilizados para el servicio
activo. Además, las condiciones de vida de los soldados con poca
alimentación y sin las medicinas adecuadas aumentaron aún más la
mortalidad.
Sin
duda las condiciones de vida de los oficiales y generales eeran mucho
mejores que los de la soldadesca. Por eso y no por su menor número
se explica esta desproporción tan acusada entre el número de
fallecidos entre una y otra categoría. Su mejor alimentación,
cuidados médicos y medicinas hizo disminuir la mortalidad entre los
oficiales en comparación con los soldados. Las diferencias entre
clases sociales están más que presentes en esta guerra a la hora de
morir víctima no de los ataques de los mambises y tagalos, sino por
el contagio de enfermedades tropicales o relacionadas con una
insuficiente alimentación.
COMENTARIO ILUSTRACION ACORAZADO MAINE
COMENTARIO ILUSTRACION ACORAZADO MAINE
La imagen, es una ilustración del acorazado Maine obtenida de un grabado de la prestigiosa revista La Ilustración española y Americana. Esta imagen evoca dos aspectos del tema de interés:
- Por un lado, la importancia de la modernización naval estadounidense, que desde su guerra de Secesión viene apostando por la doctrina Mahan de buscar la expansión de la influencia norteamericana mediante la hegemonía naval en el Caribe y el Pacifico. En esos momentos ya existían varios proyectos de canal interoceánico, y pocos años más tarde se hizo realidad con el canal de Panamá, bajo el control de los Estados Unidos.
- Por otra parte, la voladura de este acorazado fue el "pretexto" para acrecentar la campaña de hostilidad entre la opinión pública norteamericana contra España como vieja potencia colonial enemiga de la liberta y opresora de los cubanos y los filipinos, según aparecía reflejado en las campañas de prensa de R. Hearst. Este hecho, del que se acusó a España sin más pruebas, fue el argumento presentado para justificar el ultimátum y comenzar la guerra.