jueves, 5 de febrero de 2015

ARTICULO DE SILVELA: ESPAÑA SIN PULSO


                                  "España sin pulso"
Varones Ilustres, ¿hasta cuándo se-
réis de corazón duro? ¿Por qué amáis
la vanidad y vais tras la mentira?."
(Isaías. Salmo IV )

Quisiéramos oír esas o parecidas palabras brotando de los labios del pueblo; pero no se oye nada: no se percibe agitación en los espíritus, ni movimiento en las gentes.

Los doctores de la política y los facultativos de cabecera estudiarán, sin duda, el mal: discurrirán sobre sus orígenes, su clasificación y sus remedios ; pero el más ajeno a la ciencia que preste alguna atención a asuntos públicos observa este singular estado de España : dondequiera que se ponga el tacto, no se encuentra el pulso.

Monárquicos, republicanos, conservadores. liberales, todos los que tengan algún interés en que este cuerpo nacional viva, es fuerza se alarmen y preocupen con tal suceso. Las turbulencias se encauzan; las rebeldías se reprimen: hasta las locuras se reducen a la razón por la pena o por el acertado régimen : pero el corazón que cesa de latir y va dejando frías e insensibles todas las regiones del cuerpo. anuncia la descomposición y la muerte al más lego.

La guerra con los ingratos hijos de Cuba no movió una sola fibra del sentimiento popular. Hablaban con elocuencia los oradores en las cámaras de sacrificar la última peseta y derramar la postrer gota de sangre... de los demás ; obsequiaban los Ayuntamientos a los soldados, que saludaban y marchaban sumisos, trayendo a la memoria el Ave César de los gladiadores romanos : sonaba la Marcha de Cádiz ; aplaudía la prensa, y el país, inerte, dejaba hacer. Era, decíamos, que no interesaba su alma una lucha civil, una guerra contra la naturaleza y el clima, sin triunfos y sin derrotas.

Se descubre más tarde nuestro verdadero enemigo ; lanza un reto brutal; vamos a la guerra extranjera; se acumulan en pocos días, en breves horas, las excitaciones más vivas de la esperanza, de la ilusión, de la victoria, de las decepciones crueles. de los desencantos más amargos, y apenas si se intenta en las arterias del Suizo y de las Cuatro Calles una leve agitación por el gastado procedimiento de las antiguas recepciones y despedidas de andén de los tiempos heroicos del señor Romero Robledo.

Se hace la paz, la razón la aconseja, los hombres de sereno juicio no la discuten; pero ella significa nuestro vencimiento, la expulsión de nuestra bandera de las tierras que descubrimos y conquistamos; todos ven que alguna diligencia más en los caudillos, mayor previsión en los Gobiernos hubieran bastado para arrancar algún momento de gloria para nosotros, una fecha o una victoria en la que descansar de tan universal decadencia y posar los ojos y los de nuestros hijos con fe en nuestra raza : todos esperaban o temían algún estremecimiento de la conciencia popular; sólo se advierte una nube general de silenciosa tristeza que presta como un fondo gris al cuadro, pero sin alterar vida, ni costumbres, ni diversiones, ni sumisión al que, sin saber por qué ni para qué, le toque ocupar el Gobierno.

Es que el materialismo nos ha invadido, se dice : es que el egoísmo nos mata: que han pasado las ideas del deber, de la gloria, del honor nacional; que se han amortiguado las pasiones guerreras, que nadie piensa más que en su personal beneficio.

Profundo error ; ese conjunto de pasiones buenas y malas constituyen el alma de los pueblos, vivirán lo que viva el hombre, porque son expresión de su naturaleza esencial. Lo que hay es que cuando los pueblos se debilitan y mueren su pasiones. no es que se transforman y se modifican sus instintos, o sus ideas, o sus afecciones y maneras de sentir; es que se acaban por una causa más grave aún : por la extinción de la vida.

Así hemos visto que la propia pasividad que ha demostrado el país ante la guerra civil, ante la lucha con el extranjero, ante el vencimiento sin gloria, ante la incapacidad que esterilizaba los esfuerzos y desperdiciaba las ocasiones la ha acreditado para dejarse arrebatar sus hijos y perder sus tesoros; y amputaciones tan crueles como el pago en pesetas de las Cubas y del Exterior, se han sufrido sin una queja por las clases medias, siempre las más prontas y mejor habilitadas para la resistencia y el ruido.

En vano la prensa de gran circulación, alentada por los éxitos logrados en sucesos de menor monta, se ha esforzado en mover la opinión, llamando a la puerta de las pasiones populares, sin reparar en medios y con sobradas razones muchas veces en cuanto se refiere a errores, deficiencias e imprevisiones de gobernantes: todo ha sido inútil y con visible simpatía mira gran parte del país la censura previa, no porque entienda defiende el orden y la paz, sino porque le atenúa y suaviza el pasto espiritual que a diario le sirven los periódicos y los pone más en armonía con su indiferencia y flojedad de nervios. No hay exageración en esta pintura, ni pesimismo en deducir de ella, como en el clásico epigrama,
que una cosa tan bellaca
no puede parar en bien.
Que contemplen tal y tan notorio estrago los extraños con indiferencia, y que lo señalen y lo hagan constar los que pudieran ser herederos de nuestro patrimonio con delectación poco disimulada, se explica : pero los que tienen por oficio y ministerio la dirección del estado no cumplirán sus más elementales deberes si no acuden con apremio y con energía al remedio, procurando atajar el daño con el total cambio del régimen que ha traído a tal estado el espíritu público.
Hay que dejar la mentira y desposarse con la verdad; hay que abandonar las vanidades y sujetarse a la realidad, reconstituyendo todos los organismos de la vida nacional sobre los cimientos, modestos, pero firmes, que nuestros medios nos consienten, no sobre las formas huecas de un convencionalismo que, como a nadie engaña, a todos desalienta y burla.
No hay que fingir arsenales y astilleros donde sólo hay edificios y plantillas de personal que nada guardan y nada construyen: no hay que suponer escuadras que no maniobran ni disparan, ni citar como ejércitos las meras agregaciones de mozos sorteables ni empeñarse con conservar más de lo que podamos administrar sin ficciones desastrosas, ni prodigar recompensas para que se deduzcan de ellas heroísmos, y hay que levantar a toda costa, y sin pararse en amarguras y sacrificios y riesgos de parciales disgustos y rebeldías, el concepto moral de los gobiernos centrales, porque si esa dignificación no se logra, la descomposición del cuerpo nacional es segura.
El efecto inevitable del menosprecio de un país respecto de su Poder central es el mismo que en todos los cuerpos vivos produce la anemia y la decadencia de la fuerza cerebral : primero, la atonía, y después, la disgregación y la muerte.Las enfermedades´ dice el vulgo, que entran por arrobas y salen por adarmes, y esta popular expresión es harto más visible y clara en los males públicos.
La degeneración de nuestras facultades y potencias tutelares ha desbaratado nuestra dominación en América y tiene en grave disputa la del Extremo Oriente; pero aún es más grave que la misma corrupción y endeblez del avance de las extremidades a los organismos más nobles y preciosos del tronco, y ello vendrá sin remedio si no se reconstituye y dignifica la acción del Estado. Engañados grandemente vivirán los que crean que por no vocear los republicanos en las ciudades, ni alzarse los carlistas en la montaña, ni cuajar los intentos de tales o cuales jefes de los cuarteles, ni cuidarse el país de que la imprenta calle o las elecciones se mixtifiquen, o los Ayuntamientos exploten sin ruido las concejalías y los Gobernadores los juegos y los servicios, está asegurado el orden y es inconmovible el Trono, y nada hay que temer ya de los males interiores que a otras generaciones afligieron. Si pronto no se cambia radicalmente de rumbo, el riesgo es infinitamente mayor, por lo mismo que es más hondo´ y de remedio imposible, si se acude tarde ; el riesgo es el total quebranto de los vínculos nacionales y la condenación, por nosotros mismos, de nuestro destino como pueblo europeo y tras de la propia condenación, claro es que no se hará esperar quien en su provecho y en nuestro daño la ejecute.
Artículo de Silvela publicado sin firma en el diario madrileño El Tiempo el 16 de agosto de 1898
Referencias del autor: Francisco Silvela y de la Vielleuze (1845-1905) es el jefe de la facción principal de uno de los partidos turnantes, del partido conservador, tras morir asesinado Cánovas en 1897, era caudillo principal del partido y pronto sería presidente del gobierno.
(No se decía entonces líderes, como ahora, sino "caudillos", expresión que utiliza el propio Silvela en otro pasaje de este mismo artículo. Caudillo significa cabecilla).
Es uno de los responsables del sistema de la Restauración
y de la marginación y manipulación en que se mantenía al pueblo, en nombre del cual se decía gobernar, al que se le mete en catástrofes socioeconómicas y políticas y al que encima se le culpabiliza de ellas. 

 
Clasificación del texto, que es un artículo de fondo publicado en El Tiempo el 16 de agosto de 1898, a los cuatro días de la firma del Protocolo de Washington (preliminar del Tratado de Paz) en el que el gobierno español aceptaba la pérdida de Cuba y Puerto Rico y no eludía la de Filipinas, que se producirá en el Tratado de Paz, cuatro meses después; y que es un artículo que inaugura el género de comentarios sobre "el Desastre", que es como se denominó a la derrota de 1898.
  • Como fuente: Es un artículo político, sólo es fuente histórica, realmente, para conocer la impresión que dice tener el autor, porque ni siquiera nos demuestra que sea sincero.
    Tomar los textos de los políticos en los que sólo hacen propaganda que falsea la realidad, como si fuesen fuentes históricas que expresan la realidad, es lo que hace que los libros de historia que así se elaboran no sirvan para conocer la historia. Bien es verdad que el objetivo de la implantación de libros que repiten los tópicos políticos falsos y de asignaturas basadas en esos libros es la propaganda y el adoctrinamiento y no el conocimiento de la realidad.
  • Según su materia: político, pseudosocial, pseudomoral, porque son las opiniones de un político que responsabiliza a otros, en este caso al pueblo, y no reconoce la responsabilidad del sistema y la parte de responsabilidad que él mismo tiene en el sistema que dirige al pueblo.
  • Según su carácter: es un artículo político de opinión.
  •  
Contexto histórico remoto y antecedentes lejanos:
  • El liberalismo y el nacionalismo en España y en los países hispanos:
    • Porque el dominio de España por los liberales en nombre del Pueblo y de la Nación margina y oprime al pueblo y le habla de grandezas de la Nación.
    • Porque siembra nacionalismo, de momento, españolista. Pero el nacionalismo se había ya aplicado a los países hispanos donde había originado ya la "emancipación" promovida por el mismo nacionalismo en forma antiespañolista.
    • Porque ahora se habían levantado también en Cuba y Filipinas en virtud del mismo nacionalismo estas insurrecciones antiespañolas independentistas.
    • Porque, además, como el liberalismo es centralista, los políticos de la Restauración no conceden la autonomía a Cuba, Puerto Rico y Filipinas; y sólo empiezan a hablar de esa autonomía cuando es demasiado tarde e insuficientemente: tarde, mal y nunca. 
       
  • Situación de la España de la Restauración
    • Escaso desarrollo económico, social y cultural
    • Patrioterismo nacionalista españolista
    • Prensa manejada
    • Escaso poder militar
    • España no participa en el colonialismo, pero tiene aún bajo la autoridad de su gobierno Cuba, Puerto Rico y Filipinas, más las Carolinas, Marianas y Palaos.
       
  • Situación internacional
    • Aislamiento de España: en la época de los bloques, España no pertenece a ninguno de los dos.
    • La masonería y las otras fuerzas que influyen o controlan a los líderes mundiales tienen como objetivo permanente la desmembración de la Hispanidad, porque ven en ella la continuidad de la Cristiandad militante y expansiva de la Reconquista, de Lepanto, de Mühlberg y de la evangelización de las Indias (América y Filipinas).
    • La masonería venía ya fomentando el nacionalismo antiespañol en Cuba y en Filipinas.
       
  • El liberalismo y el nacionalismo en USA, porque
    • Cuba era ya ambicionada por los sectores expansionistas de los USA, sobre todo por los del Sur, desde los tiempos del contrabando de esclavos negros realizado por los esclavistas de USA antes de su derrota en la Guerra de Secesión (1861-1864). En los EEUU, el aislacionismo predomina, pero los expansionistas, a veces llegan al poder, como ocurrió con la llegada de McKinley a la presidencia de los EEUU.
       
  • La utilización de los insurrectos cubanos y filipinos por los expansionistas norteamericanos.
  • La intervención de la masonería en el mismo sentido, decisivamente, pero en forma no conocida en sus detalles más que de forma fragmentaria.
  • Ya hubo una anterior insurrección y guerra de Cuba cuando la Revolución de 1868, la 1ª Guerra de Cuba (1868-1878) finalizada a duras penas con la Paz de Zanjón.
  • En 1893, la mentalidad centralista de casi todos los políticos del sistema había impedido la aplicación de un decreto redactado por Maura que pretendía introducir en Cuba reformas autonomistas que evitaran que los separatistas cubanos siguieran captando partidarios.
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Contexto histórico próximo y antecedentes cercanos:
  • Las guerras contra la insurrección de Cuba (1895-1898) y contra la de Filipinas (1896-1898).
  • La intervención de los USA. La voladura del Maine (266 muertos). El ultimátum.
  • Las expresiones de suficiencia de muchos políticos.
  • Las manipulaciones de la prensa, presentando la situación como muy favorable siempre gracias a los políticos de la Restauración.
  • Las descripciones absurdamente engañosas de la inferioridad de los USA.
  • Las manifestaciones favorables a la guerra tan reales que obligaron a Sagasta a no eludir la guerra con los USA, a sabiendas, él sí, de que estaba perdida, ante el temor de que el pueblo no aceptaría la pérdida de Cuba sin luchar y derribaría el sistema de la Restauración. Al menos así lo daba a entender Sagasta.
  • La Guerra Hispanonorteamericana (1898) y "el Desastre": las matanzas, más que batallas, de Cavite (Filipinas), donde murieron 50 españoles y 25 norteamericanos, y Santiago de Cuba (350 muertos españoles y 1 norteamericano).
  • Tras la derrota, se dice que "el pueblo" se fue a los toros, tomando por el pueblo a unos cientos de espectadores. Cuando la derrota de Cavite, había corrida de toros en Madrid y hubo buena entrada en las localidades de sombra, pero escasa en las de sol, que son las baratas.
    En realidad, el día que llegó la noticia de esa derrota desastrosa de Cavite (tres meses y medio antes de este texto), se formó en Madrid una espontánea manifestación de protesta, nutrida en gran parte por los que salían de esa corrida de toros; y ante esa manifestación, se declaró el estado de guerra y el gobernador Alberto Aguilera dejó su autoridad civil en manos del capitán general Dabán. Hubo graves disturbios en no menos de quince ciudades. En Linares, hubo doce muertos y catorce heridos en los choques con las fuerzas que se oponían a los manifestantes.
    Ningún grupo de oposición estaba preparado, ni quiso aprovechar ese estallido para derribar el gobierno ni el régimen.
  • Es falso que el pueblo fuera indiferente. El jefe del gobierno, Sagasta, justificaba su rechazo del ultimátum y la entrada en la guerra con los USA, haber metido a España en guerra con los USA, diciendo que el pueblo se hubiera sublevado y hubiera derribado el sistema si se entregaba Cuba sin luchar. El pueblo reaccionó ante la derrota de Cavite. Después del desastre, el pueblo ya actúa con una sana psicología no paladeando ya más la catástrofe.
  • Nace el "noventayochismo": la exhibición por los intelectuales y los políticos, desde este artículo de Silvela, de sus lamentos por el "desastre del 98", entre los que no faltan las expresiones de asombro por esta "indiferencia" con la que culpabilizan falsamente al pueblo; un asombro que sólo demuestra que no han entendido al pueblo una vez más. Se les ve el plumero de su incomprensión de lo que es el pueblo cuando así se exhiben con sus lágrimas de cocodrilo.
  • Surge el regeneracionismo, que consiste en:
    • constatar y afrontar los males ocasionados por el liberalismo
    • y proponer soluciones,
      • no quedarse en lamentaciones,
      • ni pasarse a utilizar los problemas para asaltar el poder,
    • pero soluciones dentro del propio sistema corregido con el intervencionismo,
    • Joaquín Costa su iniciador lo sintetiza en el lema "Escuela y despensa": solucionar la miseria física del hambre y el abandono de las masas al analfabetismo.
    • radica en el nacionalismo españolista, pero imitando a la Europa del europeísmo,
      por lo que desconecta contradictoriamente de la España existente en la realidad histórica,
      porque ve en ella la continuidad de la Cristiandad militante y expansiva de la Reconquista, de Lepanto, de Mühlberg y de la evangelización de las Indias (América y Filipinas).
  • La Institución Libre de Enseñanza influye en este y otros aspectos del regeneracionismo con sus creencias, ideas y planteamientos que se se basan en un moralismo laicista y difunden ideas antiespañolas, porque siempre se identifica a España como el país de la Cristiandad militante y expansiva de la Reconquista, de Lepanto, de Mühlberg y de la evangelización de las Indias (América y Filipinas).
    Era una organización de enseñanza privada
    laicista que venía actuando desde 1876.
  • Ven esta crisis como la ocasión que les va a permitir llegar a sus objetivos:
    • Los nacionalismos antiespañoles ven la crisis del 98 como el debilitamiento de España que les facilita llegar al soberanismo.
    • Los republicanos, socialistas y anarquistas ven la crisis del 98 como el debilitamiento del sistema que les facilita  derribarlo para ir a sus respectivas formas de revolución .

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