martes, 26 de agosto de 2014

TEMA 6. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN: CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.



1. INTRODUCCIÓN
2. ETAPAS
3. EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN.
               3.1. FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y SOCIALES
     3.2. LOS PARTIDOS DEL SISTEMA
     3.3. EL TURNISMO DE PARTIDOS
     3.4. LA CONSTITUCIÓN DE 1876
     3.5. EL FRAUDE ELECTORAL Y EL CACIQUISMO
4. EL FIN DE LOS CONFLICTOS BÉLICOS
5. LAS FUERZAS POLÍTICAS MARGINADAS DEL SISTEMA
6. EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS
     6.1. ELNACIONALISMO CATALÁN
     6.2. EL NACIONALISMO VASCO
     6.3. EL NACIONALISMO GALLEGO
     6.4. EL NACIONALISMO ANDALUZ

III. CONCLUSIÓN

1. INTRODUCCIÓN:


La intervención del general Pavía representa una novedad en la larga serie de pronunciamientos militares de nuestro S. XIX, y en un doble sentido: por un lado, es el primer golpe específicamente militar, esto es, no aparece movido ni respaldado, como todos los anteriores, por un grupo político concreto; y por otro es también el primero en que el general sublevado de turno no se aprovecha de la situación para hacerse dueño del poder. 

Pavía se limitó a reunir una junta de “notables” que no resolvió nada respecto a la línea política a seguir. La república había muerto como consecuencia de su propia división, pero nadie quiso enterrarla. Teóricamente, se mantenía el régimen republicano, como, al mismo tiempo, se mantenía la Constitución monárquica de 1869. Y, un poco por eliminación, vino a hacerse cargo del poder ejecutivo el general Serrano. 

Alegoría de España indecisa ante República o Monarquía



Serrano mostró más energía que sus antecesores y sofocó sin contemplaciones los últimos focos de la insurrección cantonal y las revueltas sociales en Barcelona y otras plazas. Acudió al frente del norte para obtener una victoria importante sobre los carlistas, aunque no lo consiguió. El país, aunque todavía sacudido por múltiples convulsiones internas, por la guerra de carlista y la de Cuba, empezaba a cobrar un lejano aire de normalidad. 

Serrano no tenía prisa en cuanto a la indefinición del sistema político español. Se escudaba en la necesidad de acabar la guerra civil y terminar con todos los desórdenes antes de efectuar una consulta en regla. En estas circunstancias, poco a poco, por pura lógica, se fue imponiendo la idea de una Restauración. No en la persona de Isabel II, que era, posiblemente, la vuelta atrás menos deseada de todas, sino en la de su hijo Alfonso, ajeno a la historia pasada, y que justamente en aquel año 1874 alcanzaba la mayoría de edad. El supremo artífice de aquel proyecto era Cánovas del Castillo, que supo crear el ambiente adecuado. La idea de Cánovas era la de lograr el restablecimiento de la dinastía por obra de un amplio consenso de la opinión pública. Sin embargo, la proclamación de Alfonso XII fue producto de un pronunciamiento. 

En efecto, Alfonso XII firmaría el Manifiesto de Sandhurst el 1 de Diciembre de 1874. El documento fue ideado y elaborado por Antonio Cánovas del Castillo; en el mismo se daba a conocer el nuevo sistema político que se quería implantar, una monarquía constitucional pero de corte conservador y católico, que defendiera el orden social pero que garantizara el funcionamiento del sistema político liberal. 

Pronuncimiento de Martínez Campos

El manifiesto se publicó por la prensa española el 27 de diciembre. Dos días después, el 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos realizó un levantamiento militar en Sagunto, proclamando Rey de España a Alfonso XII. La mayoría del ejército se sumó al golpe: regresaban a España los Borbones y se abre uno de los periodos más estables en España, conocido como la Restauración.


2. ETAPAS:


Dos son las etapas en las que suele subdividirse el largo periodo de la Restauración:

-  La primera etapa (1875-1898) comienza  la instauración de Alfonso XII en el trono. Durante su reinado se engrasan los mecanismos previstos en el sistema canovista (Constitución de 1876, turnismo y corrupción electoral).
Tras la muerte de Alfonso XII (1885), quedará como regente María Cristina. Ahora los principales líderes políticos (Cánovas y Sagasta) se comprometen a apoyar la regencia, a facilitar el relevo en el gobierno
Canovas y Sagasta
cuando
éste perdiera prestigio, y a no echar abajo la legislación que cada uno de ellos aprobara en el ejercicio del poder (Pacto del Pardo). Durante esta etapa se restablece la libertad de asociación (decisiva para el desarrollo y la expansión del movimiento obrero), la ampliación de sufragio electoral y la pérdida de las últimas colonias en 1898.

- La segunda etapa (1899-1923) se hallará dominada por la figura de Alfonso XIII. Es la etapa en la que se asiste a un proceso lento, pero inexorable, de descomposición política y social, caracterizado por una permanente crisis política que culminará con la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera en 1923.


3. EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN:


3.1. FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y SOCIALES

El nombre de Restauración sirvió en un principio para designar el hecho mismo del regreso de los Borbones al trono; pero se generalizó más tarde para definir una época dotada de muy clara personalidad (1875-1898), y, quizá más aún, para denominar un régimen, el régimen de la Restauración, que como tal llega hasta 1923, o, si se prefiere, hasta 1931, en que se le da por definitivamente finiquitado. El régimen de la Restauración es, por tanto, y hasta el momento, el más duradero de toda la historia de España contemporánea.
        
En efecto, pasada la efímera experiencia democrática de la I República española, se restaura en el país la monarquía y, con ella, el predominio de una burguesía claramente inclinada a posturas decididamente conservadoras

Será Cánovas del Castillo el artífice de la Restauración, y el régimen que establece es la expresión política del orden que la burguesía necesita y que la subversión popular ha perturbado y puesto en peligro.

Muerte de la República a manos del Sistema Canovista

 Por tanto, la Restauración será presentada como el gran contraste positivo con la etapa negativa, revolucionaria y anarquizante anterior, como la etapa salvadora de la esencia de la patria. La Monarquía, el orden la jerarquía social, la religión, la autoridad, la estabilidad vendrán a sustituir a la inestabilidad de los seis años anteriores.

La Restauración pretenderá ser una continuidad de la época moderada, tanto en lo que afecta a las bases sociales del régimen como en cuanto se refiere a sus fundamentos ideológicos; tal como lo expresa el propio Cánovas en sus “verdades madres”, y que forman la constitución interna, el entramado más profundo de un país, y que no son cuestionables. Estas verdades madres son la libertad, la propiedad, la monarquía, la dinastía y el gobierno conjunto del Rey las Cortes. Y no se pueden cuestionar al ser, siempre según Cánovas, la herencia de nuestra tradición histórica.



         Por tanto ese triunfo del conservadurismo, que Cánovas expresa en su doctrina (disciplina social, orden, rechazo de la democracia, doctrinarismo...) y en su práctica política, también se hará presente en materia social y económica.
 Las razones de ese conservadurismo están en la misma raíz de la Restauración, puesto que tres fueron los motores del cambio: los monárquicos alfonsinos, los hombres de negocios y los mandos militares. Todos ellos compartían unos intereses y una visión comunes: la defensa del orden social y de la propiedad, la Monarquía como garantía de estabilidad, la identificación de la República con la anarquía y la subversión, y la de la unidad de la patria con el mantenimiento de las colonias.

         A raíz de los agitados años del Sexenio, las clases dirigentes se unieron en torno al partido alfonsino: la vieja nobleza, los terratenientes, los financieros, lo propietarios de las plantaciones coloniales, la burguesía industrial y comercial, los profesionales urbanos de prestigio, las altas jerarquías de la Iglesia, del Ejército y de la Administración. Comprendían que no se podía repetir el esquema de la época de Isabel II, y que eran precisos cambios en las formas para que en el fondo el sistema político siguiera garantizando el mantenimiento del orden social y la defensa de sus intereses.

         Esa visión de la política era compartida también en las ciudades y en el campo por las clases medias, que identificaron los años del Sexenio con la crisis económica, la anarquía y el miedo a las revueltas y a los movimientos obreros. Por eso, aunque esas clases no participaran de hecho en la vida política activa, el régimen gozó de un amplio respaldo; máxime cuando la represión y las restricciones de las libertades, ahogaron durante un tiempo a los movimientos obreros.


         Este régimen político de la Restauración debía cumplir dos objetivos: en primer lugar asentar firmemente la Monarquía como forma del Estado, fuera de toda discusión, por encima de todo, y en segundo lugar forjar  un marco constitucional fundado en una filosofía política de conciliación, aunque ese consenso siempre tienda a ser lo más conservador posible. Así,  el sistema en lugar de aproximar el Estado a la sociedad, los representantes a los representados, los fue distanciando y es eso exactamente lo que le diferencia del resto de sistemas europeos de tipo constitucional, que la clase política española fue incapaz de recoger y traducir los cambios de la sociedad y la opinión pública; lo único que hace es encerrarse en sí misma y excluir, siempre excluir; tanto a través de la insensibilidad social represora y construyendo un espacio de poder sólo para la élite gobernante y su clientela. 

El Estado de la Restauración se echa en manos de los poderes fácticos que tienen cautivo al Régimen: las élites de la tierra, el empresario omnipotente, el Ejército, que si bien se acuartela, se convierte en el guardián de la calle, y la Iglesia restaurada en sus posiciones y en plena campaña repobladora de órdenes religiosas y de su reconquista social.


3.2 LOS PARTIDOS DEL SISTEMA:

Cánovas había sido el dirigente del Partido Alfonsino durante el Sexenio; tras el regreso de Alfonso XII lo transformó en el Partido Liberal-Conservador que aglutinaría a los partidos más conservadores y acabó llamándose Partido Conservador. Se hallaba integrado básicamente por moderados y antiguos unionistas, cuya ideología liberal evolucionó hacia un cierto autoritarismo, la defensa del orden público y social, apostaban por el sufragio censitario y por los valores morales de la Iglesia.

Práxedes M Sagasta
El otro partido dinástico era el Partido Liberal Fusionista, formado durante el reinado de Amadeo I, y al que se fueron uniendo grupos políticos diversos: demócratas, constitucionalistas e incluso republicanos moderados. El líder del partido liberal fusionista, que acabó llamándose sólo Partido Liberal, fue Práxedes Mateo Sagasta, que le dio una orientación reformista, intentando mantener las conquistas políticas y sociales del Sexenio Democrático, principalmente el sufragio universal. La base social del Partido Liberal la constituían las gentes de la mediana burguesía industrial, profesionales liberales y clases medias. 

Eran ante todo grupos políticos más o menos unidos en torno a figuras de gran influencia provincial o estatal. Esto hacía que los vínculos políticos tuvieran sobre todo un carácter personal y que la unidad interna de los partidos fuera muy frágil.


3.3 EL TURNISMO DE PARTIDOS:


El sistema canovista está basado en la existencia de dos partidos que polarizan a todas o casi todas las fuerzas políticas. Lo que se busca es el contrapeso de un centro derecha con un centro izquierda. Claro está que, así como el Rey y las Cortes pueden ejercer la soberanía conjuntamente, los dos partidos no pueden gobernar a la vez. Entonces Cánovas hace entrar al elemento tiempo, y establece el turno organizado de partidos. 

La idea del turno conlleva la de igual dignidad de las fuerzas políticas opuestas. Quizás el logro principal del sistema canovista haya sido precisamente la dignificación de la oposición. Antes, la oposición era un estorbo, cuando no un elemento perverso a acallar o a disminuir. Ahora, la oposición es tan fundamental como la mayoría. Ésta tiene el derecho y el deber de gobernar, mientras la oposición tiene el derecho y el deber de criticar lo que estima ser sus errores. Se opone al gobierno, pero en modo alguno se opone al régimen, dentro del cual, como tal oposición, forma parte esencial. 


El desgaste inherente al ejercicio del poder origina un lógico proceso de turno. Cada partido, cuando le toca a su vez, puede desarrollar su programa político, pero lo que no puede hacer es destruir la obra de su contrario. 

Ese sistema de turnismo pacífico eliminó temporalmente el recurso del contrario al pronunciamiento militar como medio de acceso rápido al poder, y cumplió sus objetivos hasta la crisis de final de siglo, que puso en jaque la idoneidad del sistema. 

De todas las elecciones realizadas seis fueron ganadas por los conservadores y cuatro por los liberales. El Partido Conservador se mantuvo en el gobierno desde 1875 a 1881 y en 1884 volvió al poder. El temor a una desestabilización política tras la muerte de Alfonso XII en 1885 impulsó a un acuerdo entre conservadores y liberales (Pacto del Pardo), cuya finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina y garantizar la continuidad de la monarquía ante las presiones de carlistas y republicanos. 

Bajo la regencia, el Partido Liberal gobernó más tiempo que el Conservador (gobierno largo de Sagasta entre 1885-1890). Los liberales impulsaron una importante obra reformista pero la reforma de mayor importancia fue la implantación del sufragio universal masculino para los mayores de 25 años en 1890. Además, se promulgaron:
En 1885 un nuevo código de comercio. • En 1887 sale adelante la Ley de Asociaciones, por la que sindicatos y organizaciones obreras dejaban la clandestinidad y eran legalizados. • La Ley del Jurado de 1888, permitía establecer las responsabilidades en materias de delitos de imprenta a los jurados, lo que suponía una cierta democratización de la justicia. • Abolición de la esclavitud (1888). • El Código Civil de 1889 supuso un avance en determinadas materias como, por ejemplo, la coexistencia entre el matrimonio civil y el matrimonio canónico. 

En 1890 los conservadores volvieron al poder siendo lo más significativo del período la política económica proteccionista, materializada con la aprobación del arancel de 1891, mucho más elevado que los anteriores.  En 1892 los liberales retornan al poder. En 1895 Cánovas asumió el poder hasta su asesinato en 1897.   El Partido Conservador perdió así a su líder carismático y nuevas figuras surgieron de sus filas (Francisco Silvela, Raimundo Fernández Villaverde, Eduardo Dato, etc.). En 1897 vuelven de nuevo los liberales y Sagasta hubo de afrontar la crisis de 1898. En 1902 se da inicio al reinado de Alfonso XIII (1902-1931).



3.4 LA CONSTITUCIÓN DE 1876:

La constitución de 1876 es un texto no demasiado amplio, de sólo 89 artículos distribuidos en 13 títulos, y de corte moderado. Establecía un sistema político que habría de permitir el ejercicio del gobierno a todos los partidos que aceptaran el sistema liberal y la Monarquía. Los principales aspectos del texto son los siguientes:


-                 La soberanía es compartida y la potestad de hacer las leyes reside en “las Cortes con el Rey”.
-              La Corona es la clave principal del sistema. Está en la cúspide de la decisión política del sistema. Tiene potestad legislativa, derecho de veto, amplia participación en el proceso legislativo, interviene en la formación de las Cortes, su figura es inviolable y es el jefe supremo del ejército.
-                 El poder ejecutivo lo ejerce la Corona a través de los ministros, que sólo son responsables ante él, por él nombrados y por él separados.
-         Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores, iguales en facultades: el Senado, de composición tripartita, una parte electiva, otra de designación real y otra de reconocimiento social o de prestigio; y el Congreso de los Diputados elegidos por sufragio directo por cinco años.
-        La declaración de derechos y deberes propios del liberalismo es abundante, y recoge casi todas las conquistas de 1869. Pero como en 1845 se tiende a su limitación mediante leyes ordinarias.
-                 Se establece la confesionalidad católica del Estado. Aunque existirá tolerancia religiosa para con otras confesiones. No se permitirán otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado.
-                  Ayuntamientos y Diputaciones quedan bajo el control del gobierno.

La Constitución no fijaba el tipo de sufragio, pero en 1878 se estableció el voto censitario. Sin embargo, en 1890 se aprobó el sufragio universal masculino. 



3.5  FRAUDE ELECTORAL Y CACIQUISMO:

 La aplicación del sistema canovista y el turnismo pacífico siempre necesitó de la aplicación de una serie de mecanismos que asegurasen la alternancia en el poder de los dos partidos del régimen.
 
El primer mecanismo en el que se apoyó la Restauración para asegurar dicho turnismo fue el encasillado. Se llama así a la operación, previo acuerdo de los partidos, que consiste en colocar en cada distrito electoral un presunto ganador (un futuro diputado. Cuando no es de la provincia por la que se presenta se le denomina cunero), admitido por unos y otros. Con ello, las elecciones ya están hechas antes de celebrar la consulta electoral. 

Se ha hablado mucho de falseamiento de las actas, de “pucherazos” y fenómenos por el estilo. Tales hechos existieron, y en muchos casos puede decirse que hasta en grado escandalizante; con todo, se ha demostrado que en
un número muy grande de casos sale elegido el candidato que ha conseguido reunir más votos: es decir, no ha habido falsificación propiamente dicha; pero esos votos no corresponden a una libre y espontánea elección popular, sino al influjo que ejercen los caciques sobre una gran masa de electores.

El fenómeno del caciquismo no es exclusivo del régimen de la Restauración. Su origen podría remontarse a las elecciones de 1837. Pero es evidente que desde la implantación del sufragio universal, en 1890, el papel del cacique se potencia enormemente, al tener que influir sobre un número mucho mayor de personas. 

Los caciques eran prohombres o familias locales que ejercen el control sobre los electores de una zona rural. Condiciona el sentido del voto mediante presiones y amenazas al servirse de su poder y su influencia para proporcionar trabajo, promover social y económicamente a sus amigos y fieles. Las fuerzas vivas de la aldea le obedecían: el alcalde, el párroco, el maestro, el juez y la Guardia Civil. 

El cacique era un individuo de gran fuerza personal, no necesariamente es un político, que controlaba un área electoral determinada. Actuaba a nivel local y comarcal y, a lo sumo, provincial (en la provincia de Málaga Romero Robledo). Era un intermediario entre el Estado y su comunidad, aceptado por ambos. Tenía que convencer, por una parte, al Estado de que sin su intervención la comunidad podía rebelarse y, por otra parte, a la comunidad de sus grandes influencias en el Estado. 

El fenómeno era más propio de una sociedad mayoritariamente rural, subdesarrollada y analfabeta, en la que se daba una fuerte dicotomía entre el campo y la ciudad. 

El caciquismo tuvo una especial implantación en Andalucía debido a las acusadas diferencias económicas que existían en la región, lo que hacia la presión del poderoso sobre el débil aún más asfixiante. Los caciques dominaban la voluntad de los campesinos (en su mayoría analfabeta, y por tanto más vulnerables a la manipulación y el engaño) a cambio del trabajo que estos necesitaban para sobrevivir. Cuando la reacción de los campesinos andaluces se tornaba violenta, caciques, gobernadores y la Guardia Civil reconducían la situación. Todo este sistema de oligarquía y caciquismo, sobre todo en el mundo rural, iba provocando en esta región un fuerte rechazo a la Restauración Borbónica y favorecía la difusión de la ideología anarquista entre los campesinos.

Así, el esquema de transmisión de poder era bien simple:


  • -        Un partido político que está gobernando decide, por circunstancias diversas, junto al otro partido político que ya es hora de turnarse en el ejercicio del poder.
  • -         El Rey enterado de esta situación admite la dimisión del gobierno y nombra jefe del nuevo gobierno al jefe político que había sido oposición; al que entrega también el decreto de disolución de las Cámaras.
  • -        Se elaboran unas elecciones a medida del partido que está gobernando.
  • -        Se manipulan las elecciones a través de la extensa red de caciques y autoridades repartidas por todo el país y el resultado da una holgada mayoría al partido que está gobernando. 



Con la manipulación de las elecciones se conseguía un turno pacífico entre los dos partidos hegemónicos a favor de la legitimidad y estabilidad del régimen. El precio era el caciquismo, una práctica que generaba diferencias entre “la España Real” y “la España Oficial”. 


4. EL FIN DE LOS CONFLICTOS BÉLICOS:

Uno de los resultados más positivos de la Restauración fue terminar con los conflictos bélicos y obtener el reconocimiento del nuevo sistema por la opinión liberal. La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlistas y cubana. 

La Restauración borbónica hizo que los defensores de la causa carlista acabaran reconociendo a Alfonso XII como rey, además los militares del
Alfonso XII
gobierno hicieron posible la reducción de los núcleos carlistas en Cataluña, Aragón y Valencia. El conflicto duró algo más en el País Vasco y Navarra, donde el ejército gubernamental consiguió debilitar la resistencia carlista hasta su rendición en 1876, año en el cual Carlos VII huye a Francia exiliado. 

La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral, de esta manera los territorios vascos quedaron sujetos al pago de impuestos y al servicio militar, pero en 1878 se estipularon conciertos económicos que otorgaban un importante grado de autonomía fiscal a las provincias vascas. 

El final de la guerra carlista permitió acabar con la insurrección de Cuba iniciada en 1868. En la Paz de Zanjón (1878) se incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud, reformas políticas y administrativas por las que Cuba tendría representantes en las Cortes españolas. Sin embargo, el retraso o incumplimiento de estas reformas provocaría el inicio de un nuevo conflicto en 1879 (Guerra Chiquita) y la insurrección de 1895 que terminaría con su independencia definitiva en 1898.


5. LAS FUERZAS POLÍTICAS MARGINADAS DEL SISTEMA:

Fuera del sistema quedaron los partidos antidinásticos o simplemente ilegales. A la derecha se encontraban los carlistas o tradicionalistas, leales al pretendiente Carlos VII, y a la izquierda, la mayor parte de la oposición republicana, el socialismo, el anarquismo y algunas fuerzas nacionalistas.

  • Los republicanos, contrarios a la monarquía y a favor del reformismo social y político, se erigieron en la oposición parlamentaria más importante al régimen de la Restauración, a pesar de la represión a que fueron sometidos y las variadas divisiones internas. 
  •  Los carlistas, después de su derrota se escindió en dos corrientes: integristas y jaimistas. Su aceptación del régimen de la Restauración le permitió conseguir nueve diputados en 1918.
  •  Los anarquistas fueron mayoritarios entre las clases obreras de Barcelona y el campesinado sin tierras (jornaleros) de Andalucía. En 1870 se creó la Federación Regional Española de la AIT. Una sección de claro predominio anarquista. Los desacuerdos dentro de la organización y la continua represión favorecieron que una parte del anarquismo optara por la acción directa atentando contra el Estado, la burguesía y la Iglesia. Destacan los atentados a Cánovas y Martínez Campos.
  • El socialismo. La primera fundación del Partido Socialista Obrero Español se llevó a cabo en 1879, pero apenas si se puede decir que tuviera trascendencia efectiva, no sólo por la ausencia de posibilidades de acción, sino también porque el núcleo marxista de Madrid era muy reducido en efectivos. Desde 1883 el partido planteó un programa máximo (sustitución de la burguesía por el proletariado como clase dirigente) y un programa mínimo (participación en la lucha parlamentaria). Sin embargo, los obreros desconfiaban de la lucha parlamentaria y de los políticos de la Restauración. De hecho, la corrupción política y la falta de participación en las elecciones de los obreros impidieron que el PSOE tuviera representación parlamentaria hasta 1910 en que fue elegido diputado Pablo Iglesias.




6. EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS:

En el último cuarto del s.XIX comenzó en España el ascenso de movimientos de carácter regionalista o nacionalista, liderados por intelectuales, políticos, periodistas y empresarios que empezaron a proponer en ciertas regiones españolas, políticas contrarias al uniformismo y centralismo estatal.

6.1 EL NACIONALISMO CATALÁN:

Cataluña había experimentado un crecimiento económico superior al de cualquier región española gracias a la industrialización. Surgió en esa zona una influyente burguesía de empresarios industriales que sentían que sus intereses económicos estaban poco representados en los diferentes gobiernos. 

Paralelamente había surgido La Renaixença, un movimiento cultural que pretende una recuperación de la lengua, las tradiciones, las instituciones y las leyes históricas. 




En 1891 se funda la Unión Catalanista, cuyo programa quedó fijado en las Bases de Manresa de 1892, que defendían el catalán como lengua oficial y la vuelta de las instituciones catalanas tradicionales. De aquí salió un grupo liderado por Prat de la Riba y Cambó que movilizó al catalanismo tras 1898.

6.2 EL NACIONALISMO VASCO:

        
Surge en la década de 1890. En sus orígenes hay que considerar la reacción ante la pérdida de una parte sustancial de los fueros tras la derrota del carlismo, pero también el desarrollo de una corriente cultura en defensa de la lengua vasca. Su gran propulsor fue Sabino Arana, quien creyó ver un gran peligro para la subsistencia de la cultura vasca en la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de España a la zona industrial y minera de Bilbao. 

         Sus propuestas prendieron en la pequeña burguesía y en 1895 funda del Partido Nacionalista Vasco (1895). La peculiaridad del primer nacionalismo vasco estuvo constituida por la referencia a la raza como signo de identidad exclusivista y a su catolicismo antiliberal, acorde con el integrismo católico vigente en otras latitudes.

6.3 EL NACIONALISMO GALLEGO:
        
Tuvo un carácter estrictamente cultural hasta bien entrado el S.XX. La lengua gallega se usaba sobre todo en el medio rural, y a mediados del XIX intelectuales y literatos gallegos emprendieron el camino de convertirla en lengua literaria. Ello dio lugar al nacimiento de la corriente llamada Rexurdimento, cuya figura literaria de mayor influencia fue la poetisa Rosalía de Castro. 

         Unas minorías cultas, insatisfechas con la situación del país, empezaron a responsabilizar del atraso económico a la subordinación política de Galicia, que forzaba a muchos gallegos a la emigración. En la última etapa de la Restauración, el galleguismo fue adquiriendo un carácter más político, pero este movimiento se mantuvo muy minoritario a pesar del prestigio de algunos de sus componentes.

6.4. EL NACIONALISMO ANDALUZ.

Hunde sus raíces en el movimiento cantonal republicano de 1873. En esa tradición se inscribe el proyecto de Constitución Federal para Andalucía,
presentado en la Asamblea de Antequera en 1883. En ella se sientan las bases del andalucismo al proclamar la soberanía y autonomía de Andalucía. La creación de un partido regionalista andaluz no fue posible, bien por la conexión de la burguesía andaluza con el poder central o bien por el rechazo del movimiento obrero andaluz a cualquier tipo de pacto con la burguesía.

         En 1913 apareció la primera revista regionalista, Bética. En 1915 Blas Infante publicó El ideal andaluz y en enero de 1918 se celebro en Ronda el Primer Congreso Andaluz, que adoptó ya una bandera y un himno andaluces como expresión de una identidad regional diferenciada.
  

III. CONCLUSIÓN:
        
La Restauración fue un régimen que duró más de 50 años, abarcando el reinado de Alfonso XII, la regencia de María Cristina y el reinado de Alfonso XIII. En este periodo, mediante la alternancia política, se consolidó un régimen constitucional y parlamentario. Pero, a pesar del establecimiento del sufragio universal masculino, el régimen nunca fue plenamente democrático, siendo desvirtuado por la práctica del caciquismo, y dejando a ciertos partidos políticos (carlistas, socialistas, nacionalistas, etc.) fuera del sistema. 

         Con el paso del tiempo los dos partidos hegemónicos se fueron descomponiendo. En 1898, la pérdida de las últimas colonias españolas sumió a la Restauración en una gran crisis política y moral, que planteó la necesidad de iniciar un proceso de reformas para modernizar la vida social y política del país, denominado regeneracionismo.











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